Los 33 Grados Masones

LOS SIETE OBSTACULOS DE LA INICIACION

GRADOS PRIMERO AL SEPTIMO
Un gran combate está por librarse pero tendrá lugar dentro de nosotros mismos. Es la Gran Batalla que menciona el Bhagavad Gita y la Gran Guerra Santa de la que habla el Corán.  El esfuerzo debe ser hecho ahora por cada uno: es la Ley de la Vida.

GRADO PRIMERO LA SOBERBIA DEL SABER PROFANO
Que representa esto? La dama rechaza al caballero arrodillado con un fuerte puntapié y él, en el interín, ha volcado su copa…
Ella es la Sabiduría Tradicional, la Iniciación misma que rechaza al racionalista que se le acerca henchido de soberbia y de saber profano.
El tiene un libro en la mano, al que sostiene con cuidado pues cree que su tesoro es la ciencia vulgar y materialista pero ha desdeñado lo más valioso, volcando la copa que contiene el néctar de la Sabiduría Espiritual.  Su orgullo y suficiencia lo pierden y descalifican. Cree saberlo todo y en realidad lo ignora todo. Su humildad es fingida y aún cuando implora de rodillas él es bruscamente rechazado. Nadie engaña a la Dama Sabiduría y ella sabe que él ha derramado el nectar de la inmortalidad, negándose a conocerse a sí mismo. Esto último le inspira mucho temor a tal sujeto pues le horroriza enfrentarse a sús múltiples flaquezas. No es más que un usurpador burlado y que se aferra a la letra que mata, rechazando e ignorando al espíritu que vivifica.

GRADO SEGUNDO LA AUTODESTRUCCION DEL NECIO
Sin duda aquí nos vemos frente a un suicida, pero no en el sentido ordinario del término. Este hombre sacrifica a su naturaleza superior, ignorándola pues para él su naturaleza inferior es todo lo que cuenta. Desdeña lo mejor de sí mismo para atender solo a sus necesidades materiales y a sus vicios. Posterga el llamado del espíritu para acudir presuroso al de la materia. Su actitud se resume en dos palabras: NECEDAD y NEGLIGENCIA. Se engaña a sí mismo diciendo, a veces, que más adelante cambiará de actitud, pero ni él cree esto. Su vida se disipa y transcurre en pequeñeces  sin emprender la búsqueda de lo verdaderamente grande. Esto por cuanto es un ser pequeño que solo se ocupa de lo más bajo de su persona. Su voluntad y deseos no van más allá de lo material. Su hora no ha llegado todavía.

GRADO TERCERO LA AVARICIA EGOÍSTA
Henos aquí frente a un avaro, esclavo de los bienes materiales.
Su expresión refleja la miseria de su alma. “Donde está su tesoro allí está su corazón”. También él niega las posibilidades superiores de su naturaleza humana, las que en realidad no le preocupan en lo más mínimo. Ni este triste personaje ni el anterior poseen la virtud de la Paciencia. Esto es lo que permite al iniciado soportar el peso del  mundo sin desmoronarse. La Caridad también es ajena a su alma codiciosa. En él solo hay MATERIALISMO y CEGUERA a ultranza.
Ignora este personaje que la materia es solo materia, pues él se halla prisionero de la ilusión, lo que le impide iniciar el sendero de retorno a la verdadera patria del hombre. Los falsos valores oscurecen su  pensamiento y hacen sombrío su semblante. Rechaza la verdadera vida y acumula lo que le hace morir, lo que le asfixia.
Que bien haría este hombre en reflexionar las palabras que pronunció Sócrates en el mercado de  Atenas: “Cuantas cosas hay aquí que no preciso!”
Por ello es necesario desembarazarse, despojarse de los metales viles para entrar al Templo a buscar el oro espiritual. Solo venciendo la codicia de bienes materiales, la avaricia sórdida se puede transmutar en gloria espiritual. La verdadera y más elevada alquimia, es la que produce el oro filosófico y no el oro vil. Esta Alquimia le es comunicada al discípulo digno cuando el Maestro lo vé preparado para ello. Sin duda por esto es que los Grandes Maestros son comparados, en la Tradición Esotérica, a montañas de oro que esclarecen al mundo entero. Pero su transmutación es interior.  La materia de sus cuerpos físico y sutiles se torna primero materia  gloriosa (Esha – o Kalyani – Prakriti) y luego materia divina (Dalvi – Prakriti).

GRADO CUARTO LAS  FALSEDADES  DE  LA  RELIGION ORGANIZADA IGNORANCIA, FANATISMO Y SUPERSTICIÓN
He aquí al pequeño idólatra fanático que se cree dueño de la verdad. El se aferra a sus creencias y sectarismos sin querer ir más lejos. El solamente cree pero no sabe. Bueno sería que supiera que solo cree, en vez de tontamente, solo creer que sabe. Pues quien en realidad sabe, no necesita creer. La creencia y la ignorancia son hermanas inseparables. Jamás comprenderá un ser tan limitado, ni lo necio de sus dogmas ni tampoco que existen verdades y órdenes de la realidad más elevados y que se le escapan completamente. Vive prisionero de su credo, como en una casa sin ventanas. La sabiduría y la Iniciación no se han hecho para él. Su actitud deforma su mente y lo torna esclavo de los falsarios los que, revistiendo pretendida autoridad espiritual, solo aspiran en realidad al poder temporal. Dejémosle en paz con sus falsas y limitadas doctrinas con las que pretende poseer la verdad total y definitiva. Es un ciego que no quiere y no puede ver. Mal podría apercibirse de los signos que Dios ha puesto en el mundo, pues con Salustio cabe afirmar “El mundo es un objeto simbólico”. De hecho es menester coincidir además con Jules Le Bêle en cuanto que cada objeto manifestado es un signo natural  y sensible de una verdad en el orden metafísico.
Pero nada de esto es para los idólatras fanáticos. Quien tiene demasiada fijación y confianza en sus propias ideas, cualesquiera que éstas sean, está incapacitado para descubrir la verdad. Bien afirmaba Antonio Porchia “Si yo fuera como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría”.
Pero tal vez lo más terrible es lo que se representa claramente en este relieve de la Catedral de Metz. Se trata de la idea pequeña y despreciable de Dios que tienen estos fanáticos. Su concepción es tan grosera y mezquina que en realidad ya no adoran a un dios sino a un demonio. 

GRADO QUINTO  VANIDAD Y LIMITACION MENTAL
He aquí reflejados a los vanidosos contentos y satisfechos consigo mismos, pues piensan que todo lo tienen, saben y parecen y no aspiran a nada más. Son, por todo esto,  ciertamente tontos y generalmente de atrevida ignorancia e insoportable compañía en la Vía Iniciática. Todo lo discuten y rechazan, pues pretenden reducir la vida entera a los estrechos moldes de su estupidez. El Maestro debe cerrarles el paso con singular energía pues solo lograrán profanar el santuario y perturbar a los demás neófitos.
Todo aprendizaje es un acto de humildad y quien carece de esta virtud, no logrará adelantar un solo paso en el sendero. A los tontos de todo tipo hay que descorazonarlos desde un comienzo y con ello se les hace un bien. Jamás se logrará hacer de ellos auténticos iniciados sino a lo sumo mediocres envanecidos. El vanidoso se mira a si mismo en el espejo de la vida (speculum, de ahí proviene  speculare, especular). Prefiere esto a contemplar el Universo. Si se observara para conocerse se hallaría en la buena senda. Pero solo lo hace para vanagloriarse, en estúpido e injustificado acto de autoadmiración.

GRADO SEXTO LA COBARDIA
El mundo está lleno de cobardes y la Iniciación es solo para los valientes y decididos.
Muchos se jactan de su empuje pero terminan como el caballero del relieve, quien deja caer su espada y huye ante la aparición de un conejo. Son las dudas invisibles que asaltan al profano y aún al iniciado, las que constituyen el segundo guardián del umbral, aún más terrible que el primero. Los temerosos no nos sirven en la Vía Iniciática, puesto que, prisioneros de sus miedos, son incapaces de afrontar el menor riesgo aún cuando antes alardean de sus futuras e hipotéticas hazañas. Sus miedos son de muchos tipos. Miedo a perder posición o ventajas materiales. Miedo a perder prestigio en cualquier terreno. Miedo a la mala suerte. Pero los peores miedos son los que se generan en tontas e irracionales creencias de tipo religioso (miedo al demonio, al infierno y a la condenación, al pecado, al Santo Oficio y demás frailes).
Es fácil hacer desistir a este tipo de gente. Bastan unas pequeñas pruebas iniciáticas para que huyan aterrorizados. Y es mejor que así lo hagan, dejando de abrigar ilusiones falsas sobre su propio valor y valer. Es mejor repetirlo para dejarlo en claro: no basta poseer espada para ser un auténtico caballero. Bien repiten los iniciados sufíes que “Aquel que aspira al cielo y teme al infierno es incapaz de la menor realización en el orden iniciático”.

GRADO SÉPTIMO TORPEZA, INDOLENCIA Y HARAGANERIA
He aquí a los incompetentes, indolentes, letárgicos y descuidados. Son incapaces de desarrollar un esfuerzo prolongado. La vida misma pronto los aparta naturalmente del sendero Iniciático. No es necesario que nadie haga o diga nada al respecto.  Estos seres carecen de motivaciones reales y pronto olvidan sus buenos  propósitos, los que son meramente declamatorios.
Pero aquí hay un símbolo a destacar. El caballero   y el caballo están ambos dormidos. El caballo es un símbolo tradicional de la naturaleza inferior e instintiva del ser humano, de la Prakriti como se la denomina en los textos sagrados de la India. El jinete dormido, símbolo de la naturaleza superior que aún no reclama su Divina Herencia, hace que este símbolo se asemeje al ya visto en el segundo grado.  No hay búsqueda en cuanto a lo más elevado a que puede aspirar el ser humano. Pero el caballo dormido indica que tampoco hay voluntad de búsqueda de lo material, incluso del propio sustento. Se trata simplemente de indolencia y pereza en todos los órdenes de la existencia.

LAS CUALIDADES DEL INICIADO
GRADOS OCTAVO AL DECIMO SEXTO

GRADO OCTAVO LA RAMA SECA
La rama seca es símbolo iniciático de regeneración.
Muerto a una etapa vital (está seca, no muerta), se prepara para renacer en otra, en virtud de su vida interior. Simboliza la materia a divinizar, la  entrada en la comunidad iniciática a través de pruebas purificatorias, tanto simbólicas como reales. En tal sentido, tiene relación con el Primer Guardián del Umbral. Sus hojas han caído, lo que tiene relación con el despojamiento de los metales. Alquímicamente corresponde a la putrefactio y a la nigredo (la Obra al Negro, primera etapa de la Gran Obra alquímica). Es la noche oscura deí alma a la que se refiere Juan de la Cruz.
La vida está latente, inmanente, con todas sus posibilidades pero no hay ninguna exteriorización (Pravritti en la teminología sánscrita). Todo el proceso es interior y esto debe comprenderlo bien el iniciado. Es necesario tornarse hacia adentro (Nivritti) en la quietud de las meditaciones y en la contemplación de los símbolos. Es el retorno hacia si mismo, imprescindible para entrar de lleno en la Vía Iniciática. La  apariencia externa es de muerte y así el iniciado debe desear aparecer como la nada ante los ojos de los demás (“Luz en el Sendero”).
Aquí todo es desolación y los vanidosos y superficiales pronto se desanimarán y querrán buscar otros caminos. La rama seca es el símbolo del ser humano aislado en el universo por la ilusión de la dualidad, quien no ha percibido aún los nexos invisibles entre los múltiples aspectos y fragmentos de la Vida Una, entre los seres y las cosas, entre la coherencia del pensamiento y las posibilidades superiores de conocimiento. El aspirante dá sus primeros pasos, se encamina lentamente, pero aún le queda un largo camino para que pueda percibir eí Todo en el Todo, como decían los antiguos. Rama seca y materia a divinizar son  nociones paralelas que ofrecen una clave y abren una puerta.
He aquí pues un primer símbolo verdaderamente anagógico, de acuerdo a la clasificación vista antes.

GRADO NOVENO EL AGUILA O LA INTUICION DE LA LUZ
Aquí se encierran múltiples significados, algunos evidentes, otros recónditos. El águila es ante todo signo de elevación y por ende de Espiritualidad. Ave solar por excelencia,  representa al neófito o recién iniciado que comienza a alcanzar nuevas alturas y perspectivas metafísicas. En él nace la intuición intelectual, aún incipiente, que lo conduce lenta y gradualmente a la percepción directa de la verdad. Se abren para él nuevas modalidades superiores de Existencia, Conocimiento y Dicha (SAT – CHIT – ANANDA), que antes le eran por completo desconocidas. Esto nos quita de los ojos la venda fatal del error (ver grabado) o sea, la ceguera enraizada en la ignorancia, el fanatismo y la superstición. Esta ignorancia es la causa de todos nuestros males y sufrimientos.
Así el águila se torna símbolo de SABIDURIA y de  CONOCIMIENTO ESPIRITUAL. Recordemos que la Sabiduría no es el saber ordinario, sino mucho más: es la fusión entre el Amor que sabe y el Saber que ama.
La venda ha caído y nuestros ojos, cegados por las tinieblas del mundo exterior, han visto la LUZ. Ha comenzado la Aurora del Conocimiento.

GRADO DECIMO EL TORO ALADO
El toro es símbolo tradicional de potencia, fogosidad y fertilidad, por  ende de pasiones. Aquí el toro descansa y le han surgido alas. Las pasiones se han controlado (descanso) y sublimado (alas). Pero el toro conserva un pie en la tierra. El no ha perdido el contacto con lo terrenal o sea que el Iniciado no ha dejado de ser un ser humano. Conserva el contacto con la realidad y la solidez del buen sentido. Es símbolo de FUERZA y VIGOR armoniosamente controlados y dirigidos. El toro dormido alude a la guna o cualidad tamas de nuestra naturaleza inferior, la que corresponde a inercia, pesadez, y abandono. Pero, al mismo tiempo, el símbolo sugiere la necesidad de conservar el equilibrio y la calma, llevados y motivados por una aspiración de orden más elevado (representada por las alas).
Ligado al signo zodiacal de Tauro, supone conservar siempre en la vida el buen sentido práctico. Este buen sentido nos quita las falsas ilusiones que vendan nuestros ojos. Una cualidad a desarrollar aquí junto con la fuerza y vigor es la tenacidad. Solo así podremos construir acabadamente nuestro templo interior, enfrentando sin desmayos cuantas dificultades se presenten en la empresa.
Con calma, tesón y alegría se llevan a cabo las grandes empresas y, lo que es mucho más importante aún, al tornarse el ser humano por completo sincero e inegoísta, sacraliza todas sus acciones. He aquí una muy importante clave para descubrir el secreto de los constructores iniciados de antaño. Y aún hay más pues de este modo se descubre la verdad oculta que hay en las palabras de LAO- TSE. “En manos del hombre correcto, el medio incorrecto se vuelve correcto; en manos del hombre incorrecto, el medio correcto se vuelve incorrecto”.

GRADO UNDECIMO LAS MASCARAS O LA DUALIDAD
El ser humano vive sometido al conflicto de los opuestos o juego de las dualidades, cosa que le ocasiona permanente conflicto y sufrimiento. Es la lucha permanente entre la alegría y la pena, el placer y el dolor, lo atractivo y lo repulsivo, el amor y el odio. Durante ese tiempo el individuo se halla desestabilizado interiormente y es presa de emociones negativas.
La calma se recobra al lograr la síntesis o equilibrio de los opuestos, trascendiendo las dualidades al lograr la UNIDAD. Cesa la agitación debido a que se logra la comprensión primero por obra de la voluntad y luego desde un estado de conciencia más elevado. Sin embargo debe subrayarse que la UNIDAD no es propiamente un resultado del esfuerzo sino un DON DE LO ALTO. Este sin embargo requiere un arduo trabajo preparatorio. Sería tonto pensar que las altas metas espirituales pueden alcanzarse con solo unos pocos minutos diarios de esfuerzo. La clave de tal trabajo preparatorio es siempre LA MEDITACION junto a disciplinas complementarias como ser Mantras. Todo lo demás llega a ser secundario cuando no superfluo o absurdo.
La individualidad (o aspecto superior de nuestra naturaleza humana) se debe afirmar en detrimento de la personalidad (aspecto externo e inferior de nuestra naturaleza). Las emociones deben ser controladas (Fig. 11-2).
Nótese en esta segunda figura que ya no aparecen los vientos que simbolizan la tormenta interior generada por las pasiones, la agitación, la ira y otras emociones. Estas se han calmado y surge como consecuencia un estado interior de paz (Shanti), calma y ecuanimidad (Samatwa).
El personaje eleva ambas máscaras. La expresión del rostro ahora refleja equilibrio y autocontrol. El simbolismo es claro: se trata de lograr y mantener la paz interior (Shanti) elevando la conciencia y practicando la ecuanimidad (Samatwa). Esto se logra por medio de la práctica asidua de la MEDITACION (Dhyana). Nótese que ahora la expresión de ambas máscaras es mucho más placentera.
Ambas máscaras se hallan no solamente elevadas sino también en cierta relación geométrica con el rostro del personaje. Aquí hay un antiguo secreto expresado geométricamente. Los tres rostros se hallan alineados y hay una relación de distancias basadas en la llamada “divina proporción” (o sección áurea). La distancia de la máscara de la derecha al rostro del personaje es a la distancia (mayor) de la otra máscara al rostro como la proporción de esta última distancia a la distancia total entre ambas máscaras. Esta DIVINA PROPORCION, tan usada por los artistas de todos los tiempos, es símbolo aquí de BELLEZA y ARMONIA. Estas se logran, precisamente, por la elevación de la conciencia, lo que armoniza la personalidad. Nótese que la máscara (en latín “persona”) alude directamente a la personalidad o modalidad aparente y externa del Ser o individualidad (Atma) que es la chispa divina encarnada.

GRADO DUODECIMO  EL DRAGON O EL PRIMER GUARDIAN DEL UMBRAL
Debe recordarse que en muy diversas tradiciones, los dragones y los toros  son animales con los que combaten los héroes solares (es decir los iniciados): Sigfrido, Mitra, Hércules, Jasón, Horus, Apolo… El dragón es un tetramorfo (al igual que la esfinge que es otro símbolo de aparición frecuente). Alude normalmente a los cuatro elementos (aire-alas, agua-cola, fuego-llamas, patas con garras-tierra) y, por ende, a la purificación por tales cuatro elementos. Este proceso es normal en la Vía Iniciática. El dragón es símbolo de nuestra naturaleza inferior (Prakriti), que debe ser vencida y dominada pero no muerta, para que sobrevenga el reinado del espíritu (Purusha).
En síntesis, el dragón es símbolo de purificación. A este dragón lo hemos fabricado nosotros mismos a lo largo de los eones. Hablando impropiamente, son los efectos kármicos acumulados. Para seguir adelante, debemos acometer la terrible lucha con este dragón que nos cierra la puerta hacia la caverna donde se halla el Tesoro de los Tesoros. Y como nuevos Sigfridos, debemos bañarnos en la sangre del dragón Pfafnir tras vencerlo y así estar libre el camino hacia el tesoro de los Nibelungos, oculto en el seno de la tierra, es decir en nosotros mismos. Y se debe recordar las palabras de Luz en el Sendero: “Para que el alma pueda alzarse en presencia de los Maestros, es necesario que los pies se hayan bañado en la sangre del corazón”.

GRADO DECIMOTERCERO EL DELFÍN
El delfín representa una nueva etapa o condición material (o gúnica) deseable, que se debe adquirir primero para superarla después. Esto puede leerse en el Srimad Bhagavad Gita, donde Srí Krishna afirma: “No seas trigúnico, oh Arjuna”.
El delfín corresponde a la cualidad o guna Sattwa que equivale a ritmo, armonía y gracia. Es menester aclarar brevemente esto pues el símbolo indica la necesidad de armonización interior con el infinito, equilibrando los ritmos personales con las vibraciones del cosmos. Esto supone una formación cosmológica que permita al Iniciado vivir en paz con la vida.
No olvidemos además, que el Delfín ha sido desde siempre considerado el rey de los peces y próximo al hombre por sus facultades. De él se afirma que cruza las aguas, yendo directamente a su meta, sin extraviarse en caminos sin salida ni dejarse desviar por corrientes traicioneras. Así el Iniciado debe tener clara su meta y que su firme voluntad no le permita desviarse de la senda ni malgastarse en pequeñeces.
Afirman las sagas del mar que el delfín ayuda a los náufragos a llegar a la playa salvándolos así de una muerte segura. Es pues este que nos ocupa un símbolo del Maestro y de  la voluntad de servicio fraternal al mundo tanto en el orden espiritual como en el material, cosa que debe ser la cualidad permanente y distintiva del Iniciado.

GRADO DECIMOCUARTO LA PALOMA
Aquí el simbolismo es claro, la paloma con el olivo representa al alma en paz. Ninguna turbulencia propia del mundo profano debe perturbar esa paz profunda, esa calma interior tan necesaria al iniciado como la vista al pintor. La paloma también indica el camino del retorno al hogar o sea, la senda de reintegración o Vía Iniciática.
También es el símbolo de la Gracia Divina que nos llega para darnos nueva fuerza y vigor (El Atma-Shakti de la tradición hindú). El motivo simbólico que nos ocupa, aparece claramente expresado en el “Relato del Grial” aria de la ópera Lohengrin de Richard Wagner. Por último, la paloma mira hacia atrás. Esto resalta la necesidad de ser tan mansos como precavidos. Lo dice bien el Evangelio: “Sed mansos como palomas pero astutos como serpientes”,  aún cuando muchos frailes prefieren ser mansos como serpientes y astutos como palomas.

GRADO DECIMOQUINTO EL ELEFANTE
Se afirma que el elefante nunca olvida y es por ello símbolo por excelencia de la experiencia y la prudencia. Por su carácter pacífico se lo asocia naturalmente a la reflexión prolongada. En consecuencia es el símbolo del Pandit. Así se demoninaba en la India antaño al sabio que había quemado las pasiones en el fuego del entendimiento. El elefante es símbolo de paciencia e inteligencia receptiva. Como recuerda cuanto le acontece, se lo asocia simbólicamente con la Omnisciencia o, al menos, la adquisición de grandes conocimientos. Es así un Sabio, un Gnani y esto también tiene relación simbólica con sus grandes orejas (pues sabe escuchar y nunca olvida. Cualidades éstas que son absolutamente deseables para un auténtico iniciado. Libre de turbulencias internas y externas, el deber esforzarse por aprender y retener cuanto le sea posible, esforzándose más y más en captar el sentido último de la existencia humana.
La oreja es también símbolo de la transmisión iniciática  dado que se hace esta de boca a oído. Las grandes orejas representan pues aquí la avidez del discípulo por escuchar en silencio las palabras del Maestro.

GRADO DECIMOSEXTO LA SERPIENTE O LA INTELIGENCIA ACTIVA
La serpiente es un símbolo polivalente por excelencia. Representa tanto al Mal como a la Sabiduría, tanto al Abismo como a  la Inteligencia activa. Es por ello que hay que ser prudente y evitar aquí interpretaciones apresuradas.
El hombre y la serpiente representan por lo general el duelo de la fuerza y la inteligencia contra la materia (Leyendas de Jasón y Medea, Adán y Eva). Aquí el hombre doblega a la materia. Es un simbolismo análogo al del cincel y el mazo actuando sobre la piedra bruta. La inteligencia supone aquí una apertura al verdadero conocimiento.
Esta apertura  corresponde a un renacimiento iniciático (simbolizado por la muda de piel de la serpiente). En otro nivel más elevado de interpretación, el hombre capta la Serpiente Cósmica. Esta (al igual que el Sutra-Atma, el alma-hilo de los hindúes) representa la Omnipresencia del Ser Supremo en cada átomo de la Creación (así como el hilo se inserta y recorre cada cuenta de un collar o rosario).
La experiencia iniciática correspondiente a este hecho es la Unidad (o bien Visión Beatífica, como a veces se la llama). Además, la serpiente dominada representa, como se ha dicho, la inteligencia activa y la tranquilidad afable del hombre, el que se halla libre de veneno (odios, rencor, celos, intolerancia fanática).

LOS MISTERIOS MENORES
GRADOS DECIMO SÉPTIMO AL VIGESIMO SEGUNDO

GRADO DECIMO SEPTIMOLA TEMPERANCIA
Aquí tenemos por lo menos dos niveles de significación. Uno se refiere al orden ético-moral de la vida. Alude a la sobriedad y mesura que deben practicar los seres razonables. Es bien conocido esto debido a que corresponde a uno de los arcanos del Tarot.
Pero la temperancia se refiere a mucho más que el mero comer y beber y el control de las pasiones y apetitos en general. Supone en rigor, introducir el espíritu en la materia para dominar a ésta. Naturalmente esto tiene muchas implicaciones pues supone el completo dominio de nuestras reacciones ante cualquier tipo de estímulos tanto externos como internos. Supone la trascendencia del  existir, manteniéndonos ecuánimes y serenos ante la pena y la alegría, el amor y el odio a nivel humano, el honor y el deshonor, el placer y el dolor, la fama y la ignominia.
Pero hay otro nivel de significación mucho más recóndito que hace a la energía de la vida y su transmutación, lo que justamente está indicado en el transvase de una copa a la otra. Esto alude a la transmutación de la energía sexual en energía espiritual, lo que permite no solo ascender a muy elevados niveles de conciencia sino además, llegar a la completa realización espiritual en los Misterios Menores.
No olvidemos que esta transmutación que mencionamos es lo que los Maestros hindúes denominan el despertar de la diosa Kundalini en el Chakra básico o de la espina dorsal (Muladhara) Para una exposición completa de las posibilidades que esto brinda nos remitimos a las obras de Arthur Avalon (Sir John Woodroffe) y, especialmente, al libro “Kundalini” del Pandit Gopi Krishna.

GRADO DECIMO OCTAVO EL PELICANO FE, ESPERANZA Y CARIDAD
El pelícano es un símbolo que se halla con frecuencia, tanto en las Ordenes Esotéricas como en las iglesias católicas. Esto último no es extraño, pues a nivel religioso es el símbolo de Cristo. Esto por cuanto la leyenda narra que el pelícano puede llegar, por su amor paternal, a alimentar a sus hijos con su propia carne en caso de necesidad.
Así lo vemos representado por ejemplo en un hermoso vitral de la catedral de la Plata.
En un nivel más recóndito, aparece en la Masonería de Rito Escocés, en el Grado 18º. Digo recóndito pero no iniciático, dado que esa Masonería carece de transmisión espiritual efectiva.
En las catedrales como aquí se suele representar al pelicano con tres polluelos o crías que suelen asociarse a las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. En el símbolo del Rito Escocés, ya mencionado, los polluelos son siete, suma de los tres anteriores y de los que representan a las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
El pelicano, en suma, es símbolo de voluntad activa del bien que se expresa en acciones justas y perfectas. He aquí un gran secreto iniciático que desarrollaremos en seguida, secreto que desde la antiguedad fue enseñado en los Santuarios de Egipto, de la India, de Persia, de Crotona y de Grecia.
Pero antes de referirnos a este secreto, debemos ahondar en lo relativo al simbolismo del pelicano. Afirma la leyenda citada que cuando alimenta a sus polluelos con su propia carne, de su corazón mana sangre y agua, símbolos tradicionales de purificación, regeneración y nueva vida iniciática.
El símbolo tradicional del pelícano ha sobrevivido a los siglos. En el antiguo Egipto aparece representando a Osiris. En el imperio medio egipcio, se grababan sobre los sarcófagos, las palabras de los hierofantes en cuanto se identificaban con el pelícano, que nutre a su cría con su propia carne
La idea básica que a nivel tropológico transmite este símbolo es la del altruismo. Pero va esto mucho más lejos y he aquí el secreto al que aludíamos antes, pues se inserta en la ciencia de las acciones perfectas (llamada Naishkarmya por los Maestros hindúes).
Tras desarrollar perfecta ecuanimidad interior (Samatwa) que posibilita al dominio de las emociones, conduce a la síntesis de  los opuestos; el aspirante debe  investigar la verdad con mente desapasionada y justa, trascendiendo penas y alegrías, placer y dolor, atracción y repulsión, y eliminando las causas del dolor y el sufrimiento: la ignorancia, el deseo pasional, la cólera, la codicia, la envidia.
El paso siguiente está precisamente simbolizado por el pelícano y consta de dos fases o componentes esenciales para el logro de las acciones perfectas, logro que es verdaderamente supremo (como se lo señala Sri Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita).
Estas dos componentes son el inegoísmo (Samnyasa) y la renuncia a los frutos de la acción que deben ser entregados como ofrenda a la Divinidad (Tyaga). Vale la pena analizar brevemente estos aspectos esenciales pues solo así quedamos desligados de los frutos de las acciones de acuerdo a la enseñanza de los más excelsos Maestros Espirituales. El Samnyasa significa ,completo desapego mental de todos lo objetos, posesiones y actos de la vida, para ofrecerlos como ofrenda a la Divinidad.
Es el ejecutar cada acción en forma inegoísta, plena y  espontánea sin pensar en resultados o recompensas. El Tyaga es la ofrenda de los frutos de la acción y del esfuerzo realizado a la Divinidad. Es la renuncia a los beneficios logrados y la entrega total de estos y del propio ser a la Divinidad en forma voluntaria y conciente.
No supone en forma alguna caer en la inacción y en la inercia. Por el contrario la Enseñanza indica que todos los seres deben emplear al máximo su voluntad, talentos y energías para progresar tanto en el orden espiritual como materialmente. Esto conserva el necesario equilibrio en la existencia.
La misma doctrina aparece en el Taoismo y vale la pena recordar aquí las palabras de Lao-Tse: “Crear sin poseer, trabajar sin retener, producir sin dominar”.

GRADOS DECIMONOVENO AL VIGESIMO SEGUNDO, LOS MODOS DE DAR

GRADO DECIMO NOVENO
“Hace falta algo más, tu has recogido, ahora tienes que sembrar”. He aquí planteado el problema de los modos de dar y de sembrar.
Los cuatro personajes de que nos ocuparemos representan, no solamente modos de dar (al enseñar, transmitiendo la doctrina esotérica tradicional), sino también el «dar en general», es decir los modos y maneras de practicar la caridad.
El primer personaje revela despreocupación e irresponsabilidad. Su actitud es negligente, por cuanto no se preocupa debidamente de que el precioso tesoro que él recibió, llegue a quienes debe llegar. Olvida que, en presencia de ciertas personas es un deber saber callar.
Quienes no están calificados, en nada aprovechan la sabiduría que en ellos se derrocha y desprecian con insolencia tanto a esta como a quien les quiere enseñar.
La actitud indolente y descuidada revela además incoherencia en la expresión. No llega a cumplir su cometido pues no es comprendido en buena parte por su propia culpa.

GRADO VIGESIMO
El segundo personaje sostiene al ánfora de otra manera. Ha logrado el punto de apoyo, pero hay demasiada rigidez en su actitud. Aquí la idea simbolizada es más clara, se trata de la transmisión literal y rígida, sin haber captado la plenitud y riqueza de los contenidos espirituales y significados simbólicos.
Una vez más hay que repetir que no debe uno adherirse a la letra que mata, sino al espíritu que vivifica. A pesar, además de haber logrado un punto de apoyo, sigue siendo negligente la actitud, pues el personaje no observa a quien ni a dónde va a parar el mensaje de naturaleza trascendental que él imparte.
Su lección es rígida y carece de flexibilidad para pronunciar la palabra justa en el momento justo. No hay amplitud de criterio y, de este modo, tarde o temprano se cae en el dogmatismo fanático. Nunca va a permitir a otros superarlo ni aprender o discurrir aquello que está más allá de sus propios alcances y puntos de vista.

GRADO VIGESIMO PRIMERO
El tercer personaje domina evidentemente el ánfora y la maneja con soltura. Pero en él tampoco hay amor y en nada se preocupa en cuanto quienes van a recibir lo que él dispensa.
Demasiado seguro de sí mismo, su transmisión se efectúa sin humildad, puesto que se considera único e irremplazable. No procura, en consecuencia, hacerse entender puesto que no se molesta en descender hasta las posibilidades de comprensión de los demás.

GRADO VIGESIMO SEGUNDO
El cuarto personaje nos muestra la actitud justa y perfecta. En él hay sabiduría, pues ésta es el saber que ama y el amor que sabe.Todo en él revela una preocupación inmensa por que el mensaje llegue a quienes tiene que llegar y sea plenamente comprendido. Es la transmisión con el espíritu de la Sabiduría de las edades, el Rahasya (Secreto) de los maestros hindúes, que acompaña siempre a Diksha (la Iniciación), la enseñanza secreta, que es inseparable de la transmisión de la influencia espiritual que es la esencia de la iniciación.

EL INICIADO GRADOS  VIGESIMO TERCERO AL VIGESIMO QUINTO

GRADO VIGESIMO TERCERO EL PRIMER LEON ORGULLO CASTIGADO
La soberbia nos puede perder, al hacernos tomar la parte por el todo y lo menor por lo mayor.
Desgraciado aquel que pretende un día que su fragmento de verdad es el conocimiento absoluto. Como el león de la imagen, él también quedará literalmente malparado, solo y sin apoyo, con los pies en el aire. Descubrirá así que su sabiduría no era tan grande y que aún le restaba mucho por aprender.
Debemos comprender que cuanto más se sabe, mayores son las responsabilidades y menor el derecho a vanagloriarse. Nada es más fácil que caer cuando se llega a un lugar elevado y, como bien dice “Luz en el Sendero”, “El hombre que se cree justo, se prepara un lecho de cieno”.

GRADO VIGESIMO CUARTO EL LEON ALADO
«Recuerda hijo de la Tierra que la luz de los Misterios es un fluido terrible puesto por la Naturaleza al servicio de la voluntad. Ella alumbra a quienes saben dirigirla y fulmina a los que ignoran su poder o abusan de ella».
Estas palabras de un hermetista, se aplican al caso que nos ocupa. De nuevo se reitera que quien más alto sube, de más alto puede caer. Es una ley oculta de la vida que la responsabilidad y los efectos kármicos no son los mismos para el sabio que para el ignorante.
Este segundo león es muy diferente del que analizamos en el grado anterior. El león alado que ahora vemos, ha encontrado el equilibrio entre el cielo y la tierra que al otro le faltaba, y todo en él es fuerza y vigor. Esto porque ha caído de sus ojos la banda fatal de los errores que lo cegaban, en particular el del orgullo.  Ahora el león se transforma en portador de un mensaje severo para el Iniciado, que es el que ya hemos visto. Su rol es alejar de nuestra conciencia toda idea malsana, todo egoísmo disolvente, todo pensamiento destructivo, toda soberbia separativa y absurda.

GRADO VIGESIMO QUINTO LA  CONTEMPLACION  INTERIOR DE  LO  DIVINO
El hombre con los ojos vendados simboliza la contemplación interior de lo divino. La actitud de la figura es la de bendecir o consagrar. Tiene los ojos vendados y su semblante refleja paz y armonía. Nada precisa buscar fuera de sí, pues sabe que la Verdad se halla en su corazón.
Esto hace recordar al Maestro Lao-Tse cuando decía “Sin mirar las ventanas se pueden conocer las sendas del cielo”. Sirve el símbolo para resaltar la importancia central que tiene la práctica de la meditación. De ella no se puede prescindir desde el comienzo mismo de la Vía Iniciática. El problema reside en que se requiere recibir instrucción al respecto de un verdadero Maestro pues muchos irresponsables enseñan esta disciplina de manera falsa y perjudicial para el que la practica.
Como ejemplo mencionaré aquello de poner la mente en blanco, producto de la fantasía y la incomprensión de falsos instructores. En realidad en este símbolo hay además alusión a otra disciplina que es la práctica de Amor Universal.
El sabio lo es por haber conocido su propia realidad interior. De ella emana su luz, su fuerza, su grandeza y el valor de sus enseñanzas. Y para citar a otro Iniciado y poeta, recordemos a San Juan de la Cruz: “Olvido de lo creado,…, atención a lo interior y estarse amando al Amado”.
Recalco aquí lo de “olvido de lo creado’. Esto se halla simbolizado por la venda en los ojos, pero no es indiferencia ni insensibilidad hacia el prójimo, como lo prueba la actitud de bendecir en la figura. Es recogimiento interior en la disciplina espiritual, la que comienza por irradiar amor a todos los seres y al Universo en su totalidad.
A esta altura conviene plantear una cuestión doctrinal de la mayor importancia, debido a la confusión que reina respecto a los roles que juegan por un lado la devoción (o bhakti) y por otro la iniciación (o diksha).
La devoción o bhakti no es otra cosa que la culminación natural de la experiencia religiosa. Es la vía pasiva de realización espiritual que se conoce actualmente con el nombre de misticismo. Es vía pasiva, pues supone la entrega total del propio ser a Dios, movido por la devoción y el amor. La meta u objetivo de la vía religiosa y mística es la denominada salvación que, por supuesto, nada tiene que ver con lo que suponen muchos idólatras ingenuos.
La salvación desde un punto de vista tradicional es simplemente la prolongación post-mortem de los estados personales para poder permanecer en la denominada “corriente de las formas”, en condiciones más ventajosas, tanto en los planos sutiles como en el retorno al mundo físico. A esto apuntan también los ritos funerarios de las diferentes sectas religiosas.
La liberación (Moksha o Mukti) es, en cambio, el objetivo natural de la Vía Activa o Iiniciática, compuesta de DIKSHA (Iniciación) y SADHANA (disciplina espiritual). La Liberación significa salir de la corriente de las formas por medio del acceso a estados suprapersonales que no pueden situarse ni en el espacio ni en el tiempo.
Naturalmente esta es la Enseñanza Tradicional Esotérica, repartida en los Santuarios Iniciáticos desde la más remota antigüedad. Debe destacarse empero que la Liberación no supone un final ni es un estado límite.
Es simplemente una etapa en el Brahma-Samipya o aproximación indefinida al Parabrahman, el Dios del Universo a través de estados del Ser de siempre creciente gloria espiritual. Este es el camino de la Vía Iniciática denominado en sánscrito el devayana o “sendero de los dioses”. El camino propio de la vía pasiva o religioso-mística, es el pitriyana o “sendero de los lares, el que no rebasa los limites de la corriente de las formas.
El problema medular que se plantea aquí es el siguiente: Se puede recorrer el devayana, sin apego devocional que recaiga en una forma religiosa tradicional? La respuesta de la doctrina tradicional es categóricamente negativa.
No solamente se requiere la devoción, sino que ésta debe cumplir con exigencias bien determinadas, so pena de resultar infructuosos los esfuerzos del aspirante.
Este desde luego, es un tema cuya respuesta satisfactoria y completa exigiría escribir un libro entero. Sin pretender agotar el tema, digamos aquí lo siguiente: La componente devocional o bhakti, debe existir y  manifestarse, principalmente en dos formas.
El aspirante debe cotidianamente entregarse a la Divinidad, no importa cual sea el nombre que le dé, adorándola como ser interno y esencia de la vida, entronizada en la cámara etérica de su propio corazón. Este sometimiento conciente a la Voluntad Divina es el paso previo esencial para vencer el posesivismo y la separatividad egoístas (El Swarta Dosha de que nos hablan los maestros hindúes).
El segundo punto esencial que aquí resumo brevemente, es la manera de adorar a Dios en las formas de meditación conocidas como: Saguna y Suddha -Dhyana (la anteriormente mencionada es la denominada Nirguna-Dhyana). Este es el misterio de la Shakti o personificacion femenina del poder de Dios como Madre Divina. Ningun iniciado puede desconocer esta Ley en el orden metafísico en cuanto que la adoración a Dios debe siempre efectuarse concibiéndolo como inseparablemente unido a su Shakti o Poder, so pena de fracasar en la empresa.
Como resulta casi obvio concretizar la idea de la Shakti a nivel de personalización en la figura de la Madre Divina, pues ello estimula y facilita la devoción, esto surge de modo diríamos espontáneo  como manera de alcanzar las altas metas espirituales.
Hasta aquí lo que es verdadero a nivel devocional.
Lo que es absoluta y completamente falso es que sea necesario revestir esa componente de bhakti con formas rituales pertenecientes a determinada tradición religiosa.
Esto último resulta incluso contraproducente pues ahora el esfuerzo del aspirante en pos de la Verdad se puede ver ahogado en los estrechos moldes del sectarismo dogmático.
Naturalmente quienes hacen circular este tipo de doctrinas tienen normalmente sus intereses proselitistas (por lo que no es casual que se expresen de este modo).
Cabe decir incluso algo más de estas personificaciones de aspectos abstractos de la Divinidad a lo largo de los siglos. Hemos mencionado a la Shakti hindú, personificación como Madre Divina del Poder de Dios. En el Islam, los sufíes personifican el Conocimiento Trascendental, beatífico y embriagante, con el nombre femenino de Laila o a veces de Salma.
Ya en el antiguo Egipto la diosa Maat, personificaba a la Verdad y a la Justicia. Y en la Iglesia Católica es fácil observar en un marco puramente exotérico la deificación progresiva de la Virgen María, que pasa de ignota servidora del Señor y de estar reñida con su propio hijo (según consta en los Evangelios si se los lee con atención y discernimiento)  a ser reina y señora de toda la Creación.
Para esto hay indudablemente buenas razones psicológicas.
La enorme mayoría de los seres humanos es totalmente incapaz de concebir una idea abstracta y menos aún pueden experimentar devoción por ella, lo que supone un grado considerable de refinamiento mental y espiritual. Al adoptar la noción abstracta una forma personal y concreta, todo se simplifica y la dificultad desaparece.

LA CULMINACION DE LOS MISTERIOS MENORES EL PASAJE DE LA LUNA AL SOL
GRADOS VIGESIMO SEXTO AL TRIGESIMO PRIMERO

GRADO VIGESIMO SEXTO LA LUNA O LA RECEPTIVIDAD CONCIENTE
En este estadio, como en otros posteriores, nos ocuparemos del simbolismo de la Luna y el Sol. Astrológicamente, la Luna  representa entre otras analogías alma, emoción, receptividad, sentimientos e instintos.
Claramente se simboliza aquí al sujetar el hombre a la Luna que él ya ha logrado dominarse. Las alas indican la elevación interior ya alcanzada. Es el logro de la “Maitrisse de soi” como bien dicen los franceses, la maestría o dominio de sí mismo, de la propia personalidad y emociones. No se trata de negarlas, pero si de colocarlas en el justo lugar que les corresponden. Nótese que algunas formas de actividad a las que el vulgo supone de muy elevado nivel, recaen dentro de la esfera lunar y no más alto.
Como bien señala René Guénon, en “El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos”, una de las características de nuestra época es la absoluta confusión que existe entre lo que es propio de la verdadera espiritualidad e intelectualidad y lo que es meramente psíquico. Esto último, por su naturaleza, hace a la esfera de lo lunar. Esto, en contraposición con lo solar, que es lo auténticamente espiritual e iniciático.
Es sabido además que, a nivel astrológico, la Luna indica siempre lo masivo, el grupo humano desprovisto de especial calificación y cualidad, en particular en lo tocante a lo esotérico y tradicional. En contraposición, el Sol aparece representando a la élite de los iniciados desde este punto de vista que nos ocupa.

GRADO VIGESIMO SÉPTIMO LA GUIA DE LA DEIDAD INTERIOR
Aquí se produce el pasaje del Iniciado de un mundo a otro muy distinto. Nótese que aquí el Sol y la Luna han permutado sus posiciones tradicionales (como también ocurría con la Luna en el Grado 26). No se refieren pues a la figura sino al lector o espectador, es decir que se transmite un mensaje. Aquí la Luna se halla más alta y el Sol está a su mismo nivel. Con esto se alude a purificación y elevación de emociones y sentimientos.
Obsérvese  que la Luna sigue sujeta, no así el Sol. Este no está sujeto sino que, por el contarlo, el hombre está sujeto de él y de ahí pende. La Luna representa al alma y el Sol al espíritu, la chispa divina o mónada eterna (Atma en sanscrito). Obsérvese cuidadosamente la posición de los dedos colocados hacia lo alto.
Es la actitud del hierofante, el que recibe así energía espiritual y física de planos más elevados. La mitad inferior del cuerpo no ha sido representada en forma deliberada. La naturaleza inferior ya no cuenta al entrar de lleno en la vida del espíritu (Purusha), estando totalmente controlados los impulsos inferiores.

GRADO VIGESIMO OCTAVO LA ESPADA O EL PODER DE LA PALABRA
La palabra es una espada. Hace recordar el símbolo al aria de Rigoletto “Parí siamo: ío la lingua, tu il pugnale”. La espada es símbolo deí Verbo, del poder sagrado de la palabra.
Una espada sale de la boca del Cordero en el Apocalipsis. En el Islam algunos imanes tienen una espada en la mano durante su prédica. La espada, además tiene un simbolismo axial, como eje del mundo. Esto es a nivel  macrocósmico.
A nivel microcósmico, es decir en el ser humano, la espada representa el hallazgo del equilibrio interior perfecto y, por ende, del poder que ello supone, el que deriva de la justicia y de la justeza de todos los actos.
Supone el símbolo en definitiva, la capacidad de decisión y el poder juzgar. Por ultimo, la espada representa tradicionalmente al VALOR y CORAJE. Sin ellos el individuo no avanza por sí mismo en la búsqueda de la Verdad sino que se aferra a las muletas de los dogmas y creencias, recayendo en la ignorancia, el fanatismo y la superstición.

GRADO VIGESIMO NOVENO EL AGUILA O LA REALEZA CELESTE
El águila es símbolo tradicional de la realeza y elevación y así se la considera a la vez ave celeste y solar. Es a menudo la imagen del elevarse por encima de las nubes y representaba, en consecuencia, la visión de Dios y, en general, la Teofanía para el simbolismo esotérico medieval. A esto se alude en la leyenda que narra que el águila puede mirar al sol de frente sin parpadear.
El águila, por lo visto, tiene una connotación de grandeza y, por tanto de soledad. La lección aquí contenida es que el Iniciado no debe perder de vista su rango espiritual. Para ello debe evitar ocuparse de asuntos mezquinos y de pequeñeces.
Con dignidad, pero sin vanidad, debe guardar el lugar que le corresponde aún cuando ello suponga que algunos se alejen de él.
Aquí se encierra una lección de severidad y firmeza  pues  el debe elevar su conciencia a Dios con la energía y la velocidad del águila, olvidando los asuntos terrenales y materiales.
A nivel metafísico el águila corresponde a la fuerza, a una nueva fuerza que se manifiesta en este nivel en el Iniciado. Es el poder del Ser Interno, el Atma-Shakti.
El simbolismo del águila no es el único con esta última significación, pues es conocido el símbolo del grano de mostaza, de cebada o de mijo, que se halla tanto en los Evangelios como en los Upanishads hindúes. No es posible extenderse más aquí al respecto.

GRADO TRIGÉSIMO EL FENIX O EL FUEGO PURIFICADOR
El fénix es símbolo de inmortalidad pero este concepto merece y exige ser precisado pues normalmente se lo entiende mal. Por inmortalidad se suele interpretar vivir en una sucesión temporal indefinida cuando en realidad se trata de nacer a lo atemporal, a lo eterno que está fuera del tiempo y de la corriente de las formas a la que nos referíamos antes. Como el pelícano, el fénix es un símbolo tradicional y universal Se lo encuentra en Egipto, en  Grecia, en Islam, en China y en el medioevo europeo. Aquí al fénix se lo asocia al fuego, de acuerdo a la leyenda según la cual esta ave fabulosa renace de sus cenizas. Naturalmente, esto alude a la Iniciación, que purifica y regenera a la naturaleza, a través de la muerte y el renacimiento.
La sigla asociada al fénix es INRI (Igne natura renovabitur integra: el fuego renueva por entero a la naturaleza) que coincide con la sigla que aparece en la cruz a nivel religioso exotérico. Se han ofrecido en la literatura esotérica muchas otras explicaciones de este símbolo, pero rara vez se plantea la cuestión en los términos siguientes.
El fénix corresponde al preludio de una vivencia interior suprema, de una experiencia iniciática elevadísima que es el contacto átmico, y a la que nos hemos referido antes. Esto significa que el aspirante se prepara para pronto alcanzar la comunicación o contacto de su conciencia ordinaria con la Fuente de Dicha Infinita que es la Conciencia Universal entronizada en la cámara etérica del corazón. Solo en ese momento comprenderá cual es su verdadero ser, cual es la esencia y gloria de su vida y que esta es inmortal, sin edad, eterna. Es el tomar contacto con la llama interior (el Yoti) de que hablan los Maestros hindúes y a la que también se refiere Juan de la Cruz (la Llama de Amor Vivo).
Es este Fuego el que renueva la naturaleza por entero. Basta por cierto esta vivencia de dicha y gloria infinitas e inefables para comprender que la muerte es una mentira y un imposible, pues morir en un plano de existencia equivale indefectiblemente a renacer en otro. La Suprema Experiencia vital se halla ya próxima.
Se completa con el fénix la trilogía de las aves (recordar a la paloma y el águila). Este tríptico hace recordar a otro análogo en los Misterios de Mitra, donde los Iniciados eran denominados Aguilas, Halcones y Cuervos. Asimismo en algunos rituales del Grado 32 de la Masonería se menciona al cuervo, al fénix y a la paloma.

GRADO TRIGESIMO PRIMERO EL ANGEL
El ángel simboliza tanto la ayuda de Díos que desciende sobre nosotros como al hombre que se eleva impulsado por sus aspiraciones espirituales. Con el ángel se completa un ciclo formado además por el águila, el toro y el león alado. A esto se le denomina un tetramorfo (ya mencionado en el Grado Duodecimo), y se conserva hoy, en el simbolismo de las órdenes iniciáticas, a veces unificando todo en una sola figura.   Un ejemplo común de un tetramorfo unificado de esta manera lo constituye la esfinge, con cabeza de hombre, alas de águila, garras de león y cuerpo de toro. Vale la pena ahora, al completar el ciclo mencionado, describir con algún detalle este importante simbolismo.
Debe mencionarse, por ejemplo, que el tetramorfo tiene relación con la sagrada Tetractys de los pitagóricos. Esto es evidente pues existe una correspondencia entre los elementos de una y otra forma simbólica que es la siguíente: El hombre o el ángel corresponde al espíritu creador, representado por el uno. El toro corresponde a la materia y por extensión al reino de las dualidades (simbolizado por el dos). El águila a la unión del espíritu y la materia, síntesis de los opuestos y resolución de las dualidades en un nivel más alto (representado por el tres). El león a la forma manifestada (representada por el cuatro). En síntesis, y sin detenernos aquí en otros temas de interés (Vgr. las correspondencias astrológicas del tetramorfo), digamos que este guarda estrecha relación con el precepto rigurosamente observado por los Iniciados en todos los tiempos y lugares:
SABER, QUERER, OSAR, CALLAR
El hombre sabe por su inteligencia, debe querer con su voluntad (León), debe osar con valor y audacia (águila) y permanecer silencioso con fuerza (toro).
En el símbolo que nos ocupa hay un detalle de gran importancia que debe ser mencionado. El ángel trae un mensaje, una Buena Nueva, anunciando el hecho maravilloso que pronto ha de tener lugar. Siempre el ángel simboliza lo que viene de lo Alto, de lo Invisible, la Gracia de Dios. La Obra al Blanco (albedo) alquímica ya está completada. Se anuncia así la tercera y última etapa de la Gran Obra Interior.

EL SANTO GRIAL O  EL SOL EN EL CORAZON
GRADO TRIGESIMO SEGUNDO
La expresión del Iniciado refleja su divino e inefable éxtasis.
La rubedo (Obra al rojo) se ha alcanzado y esto completa el ciclo de la Gran Obra interior.
He aquí el secreto de nuestra Divina Herencia que es el contacto con la Fuente de Dicha Infinita, la Esencia de nuestra vida y la Gloria de nuestra alma.
Radiante como muchos soles mora un fragmento de Dios, de la Conciencia Universal en el Akasha o cámara etérica secreta de nuestro corazón.
No en vano afirmaba Jesús «Yo os digo: Dioses sois».
La PIEDRA FILOSOFAL no nos lleva al oro vil sino al ORO FILOSOFICO.
Los antiguos Maestros decían crípticamente que los hombres que alcanzaban los Grandes Misterios veían el sol a mediodía, en medio de las más densas tinieblas. Para ellos la noche era tan luminosa como el día.  La explicación es que, precisamente, veían el Sol Divino en su propio corazón y este Sol jamás se pone. Es bueno repensar esto en relación a la tradición polar hiperbórea…
Esto y no otra cosa es lo que buscaban los caballeros medievales con el nombre del SANTO GRIAL.
Obsérvese que aquí el Sol refulge en el centro del pecho sobre el corazón.  El Yo Superior (Atma), es otra denominación para Dios allí presente en nuestro corazón.
Es lo divino en nosotros, simbolizado antes por el IOD y ahora por la letra G en la estrella flamígera, símbolo microcósmico o sea del ser humano. La letra G corresponde al Santo Grial (y no a cien otras interpretaciones dictadas por la fantasía y el desconocimiento completo de la Tradición Esotérica).
Nótese que en  este Grado la figura tiene alas. Es, como ya se indicó, el símbolo tanto de la espiritualización de la existencia del Iniciado como del amor y el sentimiento de protección compasiva hacia todos los seres.
En el simbolismo del ala, se compara al Maestro o a las deidades con la gallina que, con sus alas, da refugio y protección a los polluelos.


LOS MISTERIOS MAYORES GRADO TRIGESIMO TERCERO
LA RAMA SECA FLORECIDA LA COMUNIDAD DE LOS MAESTROS
DE LA ORDEN DE MELQUISEDEC
EL CUERPO DE GLORIA
En este último Grado se inician los Misterios Mayores y se retoma el tema de la rama seca con el que comenzaban los Misterios Menores (Grado Octavo).
Aquí empero la rama ha plenamente florecido y dado frutos. El simbolismo tiene distintos niveles de interpretación y es recóndito. Pero se aclara inmediatamente si tenemos en cuenta lo escrito en la Regla 21 de la primera parte de “Luz en el Sendero”: “Busca la flor que debe abrirse durante el silencio que sigue a la tormenta y no antes. La planta crecerá y se desarrollará, echará ramas y hojas y formará capullos en tanto que continúa la tempestad y dura el combate.
Pero mientras la personalidad toda del hombre no se haya disuelto y desvanecido; mientras que el divino fragmento que lo ha creado no la considere como mero instrumento de experimentación y experiencia; mientras la naturaleza toda no esté vencida y se halle subyugada por su Yo Superior, no puede abrirse la flor.
Entonces sobrevendrá una calma como la que en los países tropicales sucede a una lluvia torrencial, cuando la naturaleza obra con tanta rapidez que puede verse su accionar. Una paz semejante se difundirá sobre el ánimo fatigado”. La metáfora es exactamente la misma.
La rama seca florecida corresponde a algo muy oculto que es la experiencia de la conciencia funcionando en el Anandamaya Kosha (o cuerpo de gloria) el más sutil y elevado de los cinco cuerpos o vehículos del ser humano.  Este cuerpo se va formando progresivamente al ingresar la mónada o Atma en el reino humano, por un proceso de alquimia interior. Este último transmuta la materia ordinaria en materia divina (daivi prakriti), la que posibilita este género de experiencias inefables.
A partir de esta vivencia, el aspirante pasa a formar parte de la Comunidad de los auténticos Maestros espirituales, con la que entra naturalmente en contacto.
El ser humano llega así a ser más que eso y se prepara para nuevas experiencias que tendrán lugar ya a nivel suprapersonal hasta abandonar por último la corriente de las formas (o sea el proceso de manifestación material.
Análogo símbolo hallamos en “Tannhäuser”, la célebre ópera de Richard Wagner. Tannhäuser, tras acudir a Roma en peregrinaje, no obtiene el perdón del Papa. Pero su báculo florece para indicar que Dios si lo ha perdonado.
Es esencial señalar que  en la Biblia (Antiguo Testamento), figura este mismo simbolismo con la significación que corresponde a este ciclo.  En Números 17 leemos que cuando Jehová quiso elegir Sumo Sacerdote hizo que la vara seca presentada por Aarón diera yemas y flores y produjera almendras. Así se manifestó al pueblo que Aarón debía ser el elegido por su elevación espiritual: él había alcanzado el rango de sacerdote de la Orden de Melquisedec, o sea el pertenecer a la Jerarquía Espiritual que gobierna al mundo. Esto es, por cierto, el Misterio de los Misterios (como atinadamente lo denominó Ferdinand Ossendowski).
Vale la pena buscar en el Antiguo y Nuevo Testamento las referencias a Melquisedec, Rey de Salem, Sumo Sacerdote del Dios Altísmo para siempre, sin padre ni madre, ni genealogía conocida. Véase al respecto Génesis, Cap. 14, el Salmo 110, (109 en algunas versiones) y San Pablo, Epístola a los Hebreos,7.
Las sectas religiosas guardan el mayor de los silencios sobre este Misterio y se limitan a comentar que es insólito que las Escrituras aclaren que Melquisedec no posee antepasados. El Misterio se aclara, sin embargo, si reflexionamos cuidadosamente sobre lo que afirma la Tradición Esotérica al respecto. Vale la pena referirse a René Guénon, “El Rey del Mundo”, Cap. VI. Melquisedec es idéntico al Sanat-Kumara, el Logos Terrestre y el rango de su sacerdocio es mucho más elevado que el del Viejo o el del Nuevo Testamento pues pertenece por excelencia y en el más alto nivel al Orden Iniciático,mientras que aquellos solamente corresponden a sectas religiosas exotéricas.

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