La Escalera de Jacob y los 7 Chakras

En varios grados masónicos se hace referencia a la mística escalera que "une la tierra con el cielo", la misma que vio en sueños Jacob. Esta escalera, emblema de las virtudes y de las cualidades espirituales del alma, tiene siete escalones que corresponden a los siete planetas, indicando el progreso (o elevación progresiva) del hombre en sucesivos estados de conciencia, desde lo material a lo divino.

Los estados o condiciones de la conciencia, así como los pensamientos que se elevan hacia el cielo como aspiraciones y los que se manifiestan en nosotros como inspiraciones, son los "ángeles y arcángeles de Dios" «Mensajeros o expresiones de lo Divino», que "suben y bajan" por la escalera, que es realmente, según la expresión de Jacob, "casa de Dios y Puerta del Cielo". La misma torre de Babel surgió con un propósito análogo, como lo indica su nombre, que también significa "Puerta de Dios".

Los siete peldaños o puertas de la escalera se consideran, respectivamente, formados de plomo, cobre, hierro, estaño, amalgamas, plata y oro correspondiendo a los siete planetas que dominan sobre estos metales y a las virtudes de la Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.

Sin embargo, aquí no se acaba el significado de la escalera, que tiene para los Maestros el mismo valor que el "hueco de las columnas" para los Compañeros. Hay, pues, en esta escalera un sentido individual, espiritual en su esencia, aunque tenga también una expresión física y fisiológica.

Se refiere este significado a los siete chakras o centros vitales de los cuales nos habla la doctrina del Yoga, que constituyen una verdadera escala mística a lo largo de la espina dorsal, precisamente en el hueco de la columna de nuestro Templo Individual. De abajo arriba, estos centros de energía, de vida y de conciencia, se designan con los nombres de muladhara, swadhistana, manipura, anahata, vishudda, ajna y sahasrara, siendo puertas de los siete mundos: bhurloka, bhuvarloka, svarloka,maharloka, jana-loka, taparloka y satialoka, desde el Mundo Físico Terrestre al Mundo de la Verdad.

Los cinco primeros corresponden, respectivamente, con los cinco tattvas, siendo centros de los mismos en su expresión individual orgánica. Así, pues, dentro del dominio interior de los centros, el yogi adquiere un poder exterior sobre los elementos. Los dos últimos son expresiones de los dos tattvas superiores, de la Inteligencia (Mahat o Buddhi) y del Espíritu (Shivatattva o Paramatma). Fisiológicamente, estos centros se relacionan de arriba abajo, los dos primeros con las regiones inferior y superior del cráneo, y los cinco siguientes con los cinco grupos de vértebras; cervical, torácico, lumbar, sacral y coccígeo.

Los siete chakras

Los siete chakras o padmas « ruedas o lotos» manifiestan alrededor de su centro un número variable de rayos o pétalos, expresiones de las fuerzas o modalidades vibratorias de las que son exponentes y que determinan su número, lo mismo que sus funciones psicoorgánicas.

Muladhara- o "sostén raíz"- está en la parte más baja de la espina dorsal, constituyendo el centro de gravedad del organismo. Tiene cuatro pétalos y corresponde al elemento tierra o Prithivi. Es el asiento de la Shakti Madre Kundalini, o sea de la expresión individual del principio energético universal o fuerza creadora, que se encuentra aquí "enroscada", o lo que significa en estado latente. En este centro está, como animal simbólico el elefante blanco de Brahma, el aspecto creador de la Divinidad, y además emblema de estabilidad e inmanencia.

Swadisthana -"morada propia"- se halla en la región sacral, presidiendo los órganos de la generación. Tiene seis pétalos y corresponde al elemento agua o Apas. La fuerza que mora en este centro se halla representada por un pez, o cocodrilo, llamado Makara y consagrado a Vishnú, el aspecto conservador de la misma Divinidad.

Manipura -"gema luminosa"- es el centro de la región lumbar; tiene diez pétalos y corresponde al elemento fuego (Agni o Tejas), presidiendo a los instintos en general y especialmente a las funciones digestivas (Samana). En él se halla representado un cordero que, analógicamente, corresponde a Rudra o Shiva, la Divinidad destructora y renovadora.

Anahata -"sonido sin fricción"- se halla en el centro del pecho, como asiento físico de la vida individual y de la capacidad de moverse. Tiene doce pétalos y corresponde al elemento aire o Varu; en su centro se representa un antílope, dentro del Sello de Salomón. En él se halla el Arbol de la Vida (Kalpataru), que satisface todos los deseos, y un altar incrustado de piedras preciosas (Manipitha).

Vishuddha, en la región de la garganta, preside a la palabra, o sea el Verbo, y a su manifestación física. Tiene dieciséis pétalos, correspondiendo al éter o Akasha. Se llama Puerta de la Liberación, y se halla representado por un elefante blanco dentro de un círculo emblema de la "pureza" indicada por su nombre.

Ajna, el sexto centro, debe su nombre a que revela el orden interior del Maestro, o la Voz del Silencio. Se halla en medio de la cabeza, entre las dos cejas, y domina sobre la Inteligencia en general y el discernimiento en particular; es el centro de la visión espiritual, y como tal ha sido llamado el Ojo de Shiva. Tiene sólo dos pétalos y, por lo tanto se lo puede parangonar a un globo alado.

Sahasrara - el "miluple" o loto de mil pétalos - está en el vértice de la cabeza. Es el asiento de Shiva, la Divinidad latente en cada ser, que espera su unión con Shakti, la Fuerza que se encuentra enroscada en el más bajo de los siete centros, consiguiéndose de esta unión (Maithuna) la liberación que es objeto del Yoga (palabra sánscrita que precisamente significa Unión) .

De estos Centros, tres interesan especialmente al Maestro Masón: el de la garganta, el del corazón" y el del abdomen, ya que sobre los mismos se efectúan los tres signos; de Aprendiz, de Compañero y Maestro, que indican respectivamente, el dominio de las palabras, de los pensamientos y de los instintos, las tres fases preliminares de purificación que han de preceder á la regeneración individual.

Cada grado corresponde, pues, a uno de los chakras o peldaños de la mística escalera, por la que es preciso descender para ascenderla otra vez hasta la sumidad.

Fuente: Manual del Maestro de Aldo Lavagnini (Magister)

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