Tras una vida dedicada a la divulgación de escritos filosóficos, Salvador Pániker propone en Asimetrías, su último libro, un nuevo humanismo para sobrevivir en estos tiempos de incertidumbre. Fundador de la Editorial Kairós. Presidente de la Asociación proDerecho a Morir Dignamente.
La palabra crisis parece llenarlo todo. Da la impresión de que, más allá de una crisis económica, se trata también de una crisis profunda de ideas y valores…Sí, pero toda crisis es también una oportunidad. La crisis económica puede provocar una relentización del consumismo, dando paso a lo que los anglosajones llaman slow life: un tempo más pausado y una posible apertura a la interioridad.
Pero tampoco es seguro que esto suceda. Lo que sí es cierto es que, en la actualidad, hace falta un plus de creatividad que en épocas más simples no era necesario.
¿Por qué tenemos miedo a ser dueños de nuestra propia vida?
Yo suelo distinguir entre vida pública, vida privada y vida íntima. Todo el mundo tiene vida privada, algunos tienen vida pública y muy pocos tienen vida íntima. Es a esa vida íntima en la que está; una vida íntima en la que está presente la trascendencia, la experiencia erótica profunda, la vivencia estética, la mística. En Occidente, casi todos somos unos impotentes místicos, nos comportamos como seres robotizados.
Y entonces, ¿qué podemos hacer para dejar de ser robots, para desarrollar una mayor libertad interior?
Tenerse en pie en una sociedad laica, relativista y pluralista es tarea para la cual no nos han educado, ya que hasta hace poco prevalecían las ideas absolutas, los conceptos con mayúsculas –Historia, Partido, Patria, Religión Verdadera…-, en nombre de los cuales se cometían las mayores atrocidades. Nos enfrentamos a una cuestión cultural y a un problema de pedagogía. Se trata, entonces, de tomar gusto a lo difícil. Yo sigo una regla bastante sencilla: me pregunto a cada momento lo que corresponde hacer en cada momento. Y, a continuación, trato de ponerlo en práctica.
¿Cómo definiría la felicidad?
Dicen los budistas que el deseo del nirvana impide el nirvana. Digamos que la felicidad tiene que ver con la armonía, en términos de salud (física y mental). Una persona saludablemente autorrealizada no envidia a nadie, se asume tal como es, conoce cuáles son sus límites, juega los naipes que le han servido, encuentra su propio terreno de juego, disfruta con ello, hace en cada momento lo que en cada momento le toca hacer. Es una persona creativa ininterrumpidamente, vive siempre el aquí y ahora y se abre a lo transpersonal.
En su libro Asimetrías (Debate) propone poetizar la vida cotidiana, como los románticos. ¿Cómo se consigue esto?
Viviendo cada momento como si las cosas ocurrieran por primera vez.
Asimismo, propone que se dé paso a un nuevo humanismo.. Efectivamente. Actualmente, un nuevo humanismo ha de estar más relacionado con la salud mental y la empatía que con códigos morales universales. Un nuevo humanismo, además, ha de estar muy abierto a la aventura de la ciencia. Carl G. Jung decía que la crisis de Occidente se debía al hecho de que los mitos cristianos ya no siguen vivos. Pues bien, los nuevos mitos en quienes sí podemos creer en la actualidad, provisionalmente, los proporciona la ciencia y se llaman teoría de la evolución, teoría de la relatividad, física cuántica…
También está la vía de la trascendencia para que el ser humano se realice, como apuntaba el psicólogo Abraham Maslow. ¿Qué sería para usted esta vía?
La puerta de entrada a la trascendencia es eel sentimiento de asombro. Podemos asombrarnos ilimitadamente, y esta ilimitación del asombro es la metafísica. Y el arte. Y la poesía. “No seas nada que no sea un milagro”, decía el poeta Walt Whitman. Y el milagro absoluto es que haya algo en vez de nada.
¿Nos puede decir cuál es su mejor deseo para el ser humano?
Deseo una sociedad formada por seres humanos que no tengan miedo. El miedo es la raíz de todas las agresiones.
3 CONCEPTOS ESENCIALES
Vida: Es el milagro al que solemos dar la espalda. ¿Quién dijo que la vida es eso que sucede mientras estamos ocupados en otra cosa? La vivimos intensamente cuando la experimentamos aquí y ahora, con la capacidad de asombro de un niño.
Muerte: Se puede decir que la muerte es una catástrofe para el ego, el drama de la muerte se diluye. Como dijo en su momento el filósofo Baruch Spinoza, “en nada ha de pesar menos el hombre libre que en la muerte”.
Conciencia: En cierto modo, la conciencia es la identidad suprema y hasta cabe pensar que solo existe una conciencia. Los sabios expanden su sentimiento de identidad mucho más allá de los confines de su mente y de su cuerpo hasta alcanzar la totalidad.
Salvador Pániker
Doctor en ingeniería, Filósofo y Escritor.
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