Existen cientos de plantas mágicas, y éstas sirven como base para la realización de las esencias, perfumes, baños de limpieza y descarga, aceites, jabones, polvos, inciensos, e incluso para ciertas velas preparadas. En relación a las propiedades de cada planta, claro, se utilizan de una u otra manera.
Pero en esta ocasión vamos a hablar de las esencias por su importante valor dentro de las terapias y en esoterismo. Un importante valor por las innumerables soluciones que proponen para los males, inversamente proporcional al pequeño tamaño que ocupan. Su poder de tamaño diminuto guarda y conserva todos los poderes del reino vegetal en versión híper-concentrada para que la Naturaleza sea la que nos libre de los males que nos dañan, pues también somos naturaleza.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, todos los pueblos han estudiado y atribuido a las hierbas poderes mágicos, utilizándolas en conjuros y rituales y, por supuesto, en sus vertientes más “psicotrópicas”, como drogas que llevaban a otras dimensiones. Si las plantas reciben las energías cósmicas para convertirlas en materia viva, pueden, a su vez, traspasar al hombre esa energía para usarla en prácticas mágicas. Las esencias extraídas de las plantas siguen llevando, concentrada, sus mismos poderes para cumplir también esa misma función.
Las esencias son líquidos volátiles muy aromáticos que se extraen de diversas partes de las plantas: flores, cortezas, hojas, frutos, semillas, resinas... Se les suele llamar aceites esenciales o esencias naturales. Su composición química es extremadamente compleja, conteniendo alguna y algunas más de 500 sustancias diferentes, que generalmente se suelen disolver fácilmente en alcohol, éter y en grasas (aceites vegetales y minerales). En agua es poco habitual hacerlo.
Para la obtención de las esencias se utilizan comúnmente estos tres métodos: expresión, destilación y disolución. El resultado es un producto altamente concentrado pero que mantiene intactos los aromas puros y propiedades beneficiosas de aquellas plantas de donde se extrajeron. A lo largo de la historia de la humanidad se han utilizado en perfumería (por sus aromas), en medicina (por sus propiedades terapéuticas), en cocina (por su sabor), y, por supuesto, en prácticas esotéricas (por sus "mágicos atributos"). También tienen un uso terapéutico muy extendido en la aromaterapia por los efectos beneficiosos sobre el cuerpo y la mente de los aceites esenciales.
La extracción de esencias naturales se practicaba ya en la antigüedad (si han leído el libro, “El Perfume: Historia de un asesino” de Patrick Süskind o habéis visto la película, quizás recordéis que el personaje, Grenouille - Javier Barden, utilizando los métodos habituales para conseguir las esencias). En Persia, Cartago, Egipto, India, China, Grecia, Roma, China, India y Europa se usaban las esencias con fines cosméticos, medicinales, para purificar el ambiente, en los sacrificios y como conservantes en la momificación. Actualmente sus uso es vigente, continuando su uso para la cura de enfermedades y como remedios naturales. En alguna ocasión hemos tomado manzanilla, tila, vahos de eucalipto, limón con miel, y aunque no es exactamente lo mismo, muestra perfectamente los beneficios sanadores y purificadores de las plantas.
En el ámbito esotérico, podemos concluir que las plantas mágicas son las grandes concentradoras de las energías del cosmos y, sobretodo, de la energía de la madre Tierra, y son capaces de transmitirnos a nosotros esas poderosas y positivas energías para ayudarnos a modificar nuestras circunstancias coyunturales, nuestros estados de ánimos y de salud, la negatividad, lo nocivo y aportarnos el bienestar del efecto “kármico” de fundirnos en la propia naturaleza mediante el ritual de la propia naturaleza.
Sin embargo, es importante señalar, que el mayor control y poder sobre las circunstancias y la naturaleza, se ejerce a través de nuestros pensamientos y emociones, las plantas solo poseen una porción concentrada de la energía del cosmos y de la naturaleza, la cual si ayuda, sobre todo a concentrar nuestros pensamientos, pero repito, son nuestros pensamientos y deseos, los verdaderos determinantes.
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