Construcción de Nuestro Templo Interior

Tantas veces se ha definido a la masonería diciendo que “es la ciencia de la moral velada en alegorías y esclarecida por medio de símbolos”. Allí se expresa el principio exacto: la masonería es una ciencia, una filosofía, un sistema de doctrinas, que se enseña de un modo peculiar por alegorías y símbolos.
Por eso para investigar el origen de la filosofía masónica, varios historiadores e investigadores se han remontado hasta la más remota antigüedad, en donde se encontraran sus principios en el seno de asociaciones similares, en las que se mantenían y se enseñaba la misma filosofía. Pero si se confunden las ceremonias masónicas con su filosofía y se buscan sus orígenes de la asociación en formas externas semejantes a las actuales, bastará con retroceder tan solo hasta los principios del siglo XVIII, pues en esa época se introdujeron grandes modificaciones al ritual. Y habiendo llegado a la conclusión de que no debemos investigar el origen del ritual, sino la filosofía masónica, nos resta ver cual es la natural característica de esta filosofía.
Nuestra filosofía considera al Gran Arquitecto del Universo como un solo eterno y existente y al hombre como ser inmortal que se prepara en esta vida para otra eterna y futura, en idéntica contraposición con la filosofía de la antigüedad que circunscribía la existencia humana a la vida presente.
Y teniendo en cuenta que el origen de la masonería especulativa data de la construcción del Templo de salomón, que es la espiritualización y la ubicación simbólica más destacada e importante de la masonería por el trazado de arquitectura que constituye la aplicación de nuestros símbolos, de los cuales en este pequeño trazado he extraído algunos elementos como: la piedra bruta o basta, que es la representación del humano en su estado natural, ignorante, es decir el ser sin instrucción y que no ha sido pulido, que aún permanece áspero y tosco, en espera que se lo labre y pula. Y cuando la instrucción ha ejercido sus influencias exponiendo el intelecto del humano, frenando sus pasiones hasta entonces indómitas y purificando sus vidas se le representa por medio de la piedra cúbica o terminada, que los diestros obreros han pulido y tallado para que ocupe un sitio adecuado en el edificio.
La piedra cúbica, hecha para ocupar un lugar determinado en el templo, no solo simboliza la perfección humana, sino que  nos referimos a cuando representa la perfección total. En realidad es un símbolo del carácter social de nuestra Institución.
La tradición dice que existían tres clases de trabajadores en la construcción del templo, y en la masonería especulativa constituye parte fundamental de su vivencia y son los aprendices, compañeros y maestros.
De los útiles de trabajo empleados por nuestros antiguos masones eran pocas y sencillas. De ella tomaré tres imprescindibles que son: la regla de 24 pulgadas; el mazo o martillo de picapedrero; y el cincel.
Con la regla: el operario media las dimensiones de la piedra que iba a preparar para construir el edificio. Para nosotros nos representa las 24 horas del día, que la dividimos en tres espacios de tiempo de 8 horas: (ocho para el trabajo; ocho para descanso; y 8 en hacer el bien). Significa el buen reparto del tiempo para tener una vida equilibrada, serena y armónica.
El mazo: Representa en nosotros la voluntad con que ejecutamos. Es la fuerza de la conciencia para controlar nuestras pasiones, de manera que nuestras palabras y acciones se eleven sin mancha. Es la fuerza de voluntad como procedimiento persuasivo que penetra en nuestro subconsciente hasta llegar a las capaz más profundas de la conciencia, en donde se anidan las tendencias inadecuadas como son los vicios, defectos, pensamientos negativos, y mediante la voluntad debemos cambiar nuestro ser interno, no mediante órdenes dadas a nuestro ser externo, sino mediante el razonamiento, procurando el gran cambio hasta convertirnos en el nuevo hombre mediante el uso de la voluntad y no de la fuerza.
El cincel: es el que mediante el golpe del mazo atiza la piedra para dejarla en condiciones de ser colocada correctamente en el edificio. Este instrumento representa en nosotros el pensamiento determinado, la resolución tomada. Simbólicamente muestra la virtud de la inteligencia y de la educación que recibimos. Perfila nuestra personalidad a base del buen uso de la inteligencia. Mediante el mensaje que emerge de este símbolo el masón debe entrenar la inteligencia para crear nuevos valores intelectuales y al mismo tiempo sensibilizar más nuestro ser interno. De tal manera que esa voluntad tenga nuevos modelos, nuevas pautas, a fin de que el cambio venga de dentro hacia afuera, en manifestaciones que den a entender que el humano ha ido cambiando poco a poco y mejorando ese ser interno.
Así como se supone que cada masón simboliza un templo espiritual y la logia de los hermanos representa el universo. Nos referimos a este simbolismo. El Templo de Salomón es el arquetipo de una logia, en la cual todos los símbolos de la ciencia especulativa aluden al arte operativo. En la logia es importante darse cuenta la forma que tiene, es la de un paralelogramo, teniendo su mayor longitud de Este a Oeste y su anchura de Norte a Sur. Cualquiera otra forma es incorrecta y antimasónica, porque no expresa la idea simbólica de lo  que se trata de representar.
Ahora bien, el mundo es un globo, o mejor dicho un esferoide aplastado en sus polos, y por tanto, al hacer del paralelogramo su símbolo, parece presentar, a primera vista, dificultades insuperables; pero el sistema de simbolismo masónico ha sufrido la prueba de una experiencia demasiada larga para que puede fallar; y por tanto, este simbolismo demuestra la antigüedad de la orden.
En la era de la construcción del Templo de Jerusalén se suponía que la tierra tenía esa forma que nosotros simbolizamos, la forma comprende toda la parte del globo que en ese entonces se suponía habitado y se denominada “la forma de la logia”; por tanto, la logia masónica es para todos los hermanos y hermanas un símbolo del mundo, al que a veces, se le da mayor extensión, pues el mundo y el universo son sinónimos cuando se hace de la logia el símbolo de la representación del universo. Pero en este caso a su definición más extensa se añaden  las ideas de longitud y anchura, las de altura y profundidad, diciendo entonces que la logia tiene la forma de un doble cubo, en el cual se comprenden los límites simbólicos siempre presentes en  la memoria de que la logia es el símbolo del mundo por su forma y extensión.
De este breve análisis de la simbología masónica, podemos sacar las siguientes conclusiones:
a) Que nuestros hermanos de la antigüedad, se dedicaron mientras predominaba en la Institución el arte operativo a construir templos materiales, de los cuales el más célebre es del rey salomón.
b) Que los masones dejaron de trabajar en la construcción de templos físicos cuando la ciencia especulativa sustituyó el arte operativo y empezaron a laborar en templos vivientes.
c) El trabajo de todo masón que comprende debidamente su arte estriba en construir un templo viviente. Y el trabajo es una palabra importante en la masonería, porque únicamente trabajando es como el humano se convierte en masón. En la obra que realizan las logias en nuestras tenidas de trabajo, no edificamos templos visibles. Nuestro trabajo sea hace visible en obras imperecederas a favor de una sociedad libre, justa, solidaria y equitativa. Sino logramos hacerlo desde la posición en la que nos encontremos no hemos comprendido nuestra filosofía y hemos perdido el tiempo buscando el secreto. Pero si ponemos un granito de arena para construir un mundo más digno, quiere decir que la masonería sobrevivirá al paso del tiempo, y a cada uno de nosotros cuando dejemos de existir se diga que nuestra obra estaba bien hecha.
Víctor Manuel Guzmán Villanueva
Bibliografía:
Manuel del aprendiz; Aldo Lavagnini, 1992, Editorial Kier, Buenos Aires, Argentina.
El Libro negro de la masonería; Serge Reymound de la Ferriere, 1970, Editorial Diana, México.
Manuel ortodoxo del aprendiz masón, Luis Umbert Santos, 1988, Editorial Max, México.
Historia de la masonería, Luis Umbert Santos, 1970, Editorial Pax, México.
El sistema de la masonería especulativa; Ensayo leído ante la Gran Logia de Alabama, Estados Unidos.


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