De la Naturaleza de la Ilusión
En los Upanishads. Krishna dice a Arjuna: “Mata el
deseo de vivir.” Ese deseo sólo radica en el cuerpo, el vehículo
del Ser encarnado y no en el SER que es “eterno, indestructible,
que no mata ni puede ser matado” (“Katha Upanishad”). El
“Sutta Nipata” enseña: “Mata la sensación, considera de la
misma forma el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida, la
victoria y la derrota [...] Busca refugio sólo en lo eterno.”
“Destruye la sensación de separatividad”, repite Krishna en toda
manera. “La Mente (Manas), que sigue los sentidos impetuosos,
hace al Alma (Buddhi) tan impotente como el viento que arrastra
la barquilla en las aguas.” (Bhagavad-Gita, II., pag. 70).
Por lo tanto se ha considerado más oportuno hacer una
selección juiciosa sólo de estos tratados que beneficiarán a los
pocos místicos genuinos en la Sociedad Teosófica y que,
seguramente, satisfacerán sus necesidades. Sólo ellos apreciarán
las siguientes palabras de Krishna-Christos, el “Ser Superior”:
“Los sabios no se apenan ni por los vivos ni por los muertos.
Nunca hubo un periodo en que ni yo ni tú y ni siquiera estos
regentes de los hombres no hemos existido; al mismo tiempo,
cada uno de nosotros nunca cesará de ser en el más allá.”
(“Bhagavad Gita”, II., pag. 27).
Aquel que quiere oír la voz de Nada , “el Sonido Insonoro” y
comprenderla, debe aprender la naturaleza de Dhâranâ .
El discípulo, al hacerse indiferente a los objetos de percepción,
debe buscar el rajah de los sentidos, el Productor del
Pensamiento, aquel que despierta la ilusión.
La Mente es la gran Asesina de lo Real.
Que el Discípulo mate a la Asesina.
Ya que:
Cuando su forma le parezca irreal, como al despertar acontece
con todas las formas que ve en los sueños;
Cuando haya cesado de oír los numerosos sonidos, podrá
discernir al UNO –el sonido interno que mata al externo.
Sólo entonces y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso,
para llegar al reino de Sat, lo verdadero.
Antes que el alma pueda ver, hay que alcanzar la Armonía
interna y los ojos carnales deben volverse ciegos a toda ilusión.
Antes que el Alma pueda oír, la imagen (el ser humano), debe
estar sorda a los rugidos y a los susurros, a los bramidos de los
elefantes furiosos y al zumbido plateado de la luciérnaga áurea.
Antes que el alma pueda comprender y recordar, debe haberse
unido al Hablante Silencioso; así como la forma sobre la cual se
plasma la arcilla, al principio está unida a la mente del alfarero.
Entonces el alma oirá y recordará.
Entonces: al oído interno le hablará: –
Diciéndole:
Si tu alma sonríe mientras se baña en la Luz del Sol de tu Vida;
si tu alma canta dentro de su crisálida de carne y materia; si
solloza dentro de su castillo de ilusión; si lucha por cortar el hilo
plateado que la ata a su MAESTRO ,sabe, Oh Discípulo, que
tu Alma es de la tierra.
Cuando tu alma a punto de brotar presta oído al tumulto del
Mundo; cuando responde a la voz rugiente de la gran ilusión;
cuando temerosa ante las lágrimas ardientes de dolor y
ensordecida por los gritos de aflicción, se retira, como la tortuga
tímida, dentro de la concha del EGOISMO, sabe, Oh Discípulo,
que tu Alma es un santuario indigno de su “Dios” Silencioso.
Cuando ya fortalecida, tu Alma se desliza de su refugio seguro e
irrumpiendo libre de su santuario protector, extiende su hilo
plateado, lanzándose adelante: cuando, al ver su imagen en las
olas del Espacio, susurra: “Esta soy yo”—declara, Oh discípulo,
que tu alma está atrapada en las redes de la ilusión
Esta Tierra, Discípulo, es el Vestíbulo del Dolor, donde, a lo
largo del Sendero de duras pruebas, se extienden trampas para
capturar a tu EGO por medio de la ilusión llamada la “Gran
Herejía” .
Esta tierra, Oh Discípulo ignorante, es sólo la entrada
desconsoladora que conduce al crepúsculo que antecede al valle
de luz verdadera—esa luz que ningún viento puede apagar, esa
luz que arde sin mecha ni combustible.
La Gran Ley dice: “Para convertirte en el CONOCEDOR de TODO
YO , debes, primero, ser el conocedor del YO.” Para alcanzar
el conocimiento de este YO, debes abandonar el Yo al No-Yo, el
Ser al No-Ser; y entonces podrás descansar entre las alas de la
GRAN AVE. !Ay¡ Dulce es el reposo entre las alas de lo que no
nace, ni muere, sino que es el AUM (OM).
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