La Creación Lumínica de Nuestro Universo


La Creación Lumínica de Nuestro Universo

NUESTRO UNIVERSO FUE CREADO A PARTIR DE LA “SÍNTESIS LUMÍNICA” DEL SIGUIENTE UNIVERSO, LAS PLÉYADES, LA CUNA Y EL TRONO DE NUESTRA CONCIENCIA. 

Enoc explicó que nuestro universo local tiene un núcleo lumínico triangular de diez millones de años luz con un velo circundante de veinte millones de años luz. Este velo consiste en envolturas de calor que forman una zona de prueba bioquímica necesaria para la vida divina. 
La zona de prueba bioquímica circunda al núcleo o Sol Central conocido como el Kólob. 
Tanto nuestro universo físico local (un espectro de nuestro universo local) como la zona de prueba bioquímica circundante son reemplazados por un mundo invisible de masa negativa, que moldea al núcleo atómico y es usado en la construcción del sistema energético físico de nuestra galaxia visible. Así que, el universo físico procede del mundo de masa negativa, que es usado para la purificación de la “luz atrapada”. 
El anteproyecto para este universo físico y el mundo de masa negativa preexiste en los cielos superiores, en los códigos estelares de las Pléyades. 

Con estos códigos los Señores de Luz Elohim en Orión crean la formación de la masa negativa que es modulada por las formas-pensamiento de los Señores de Luz, hacia la creación del universo físico de evolución-masa. 
A través de la energía de Ze los Señores de Luz transforman el mundo de masa negativa en túneles Magnéticos donde se ciclan y reciclan las partículas permitiendo que algunas formas de evolución de simiente estelar se desplieguen hacia determinadas formas de continuidad lumínica. De este modo, la vida física procede de la evolución-masa. 
Aunque los códigos estelares de las Pléyades forman las dimensiones para los ritmos bioquímicos de los núcleos atómicos, los cuales son creados en Orión, Orión también modela las longitudes de onda astroquímicas superiores del Kólob que no son creados por la masa negativa. 
Además, en estas funciones creativas superiores existen miríadas de estructuras de patrones de destino astroquímico en los cielos, en donde ambos, Kimah (Pléyades) y Kesil (Orión), se usan cooperativamente en la programación de la síntesis de vida desde los cuerpos de luz pura de Orión a las formas físicas transfiguradas correspondientes de los programas PIeyádicos. 
Las Pléyades representan la clave a la protocreación física; representa el principio galáctico de la familia Adámica física. 
Si examinamos el Libro de Génesis que abarca los siete días de la creación, vemos que los seis campos de luz se unen para que en el séptimo día pueda ser añadida la transmutación a la química física de la vida. Por lo tanto, en el séptimo eón de Luz, las razas que fueron evolucionadas durante los primeros seis eones de tiempo son reemplazadas por el Séptimo Rayo, que es la siembra de nuestra familia Adámica de inteligencia Kimah y Kesil en el planeta como un testimonio para las naciones en evolución. 
Kesil (Orión) emana la Gnosis, el conocimiento que crea a los Pneumatikoi, los poderes espirituales del Cristo. Sin embargo, de las Pléyades viene el manto pro-físico de Luz que se necesita para incorporar esta conciencia de Luz superior. Las Pléyades nos dan también los mantos lumínicos de masa negativa que forman a los Xöikoi, el espectro físico de los muchos que son llamados. Entre los dos se encuentran los Psychekoi, las mentes racionales que derivan su energía mental de los cielos inferiores y atraen poder hacia ellos mismos. Ellos impiden que los Xöikoi reciban la Gnosis espiritual de los Pneumatikoi. 
En la evolución de nuestro universo local ha habido muchos planetas caídos que han reclamado para ellos mismos una Herencia Eterna con el Padre. Sin embargo, Enoc nos dice claramente en esta clave que la Raza Adámica, como la Familia de Dios, ha venido en la forma física desde Orión y las Pléyades; en donde las Pléyades son tanto la verdadera cuna (el semillero) como el trono (los códigos) para sustentar la conciencia preexistente de Luz. En la cuna es donde la simiente de conciencia entra a la matriz física de espacio y tiempo a través de los pocos que son elegidos por el Trono, dándole a los de simiente física la oportunidad para graduarse a otros universos de tronos y dominios superiores. 
Por lo tanto, las Pléyades son consideradas el fundamento para la armonía de la creación. Sin embargo, los muchos que son llamados deben pasar a través de miríadas de otros reinos antes de poder entrar como pensamiento puro, energía pura, al Reino de Luz; es decir, hasta que hayan alcanzado el estado de la “no-evolución divina”. 
La clave habla de la imagen celestial de Dios que opera a través de las Hermandades de Luz en Kimah y Kesil y de los orígenes celestiales de las Hermandades de Luz asignadas a este planeta Ur. 
Los elegidos de este planeta que sirven a su especie con éxito califican no solamente para vestir el cuerpo Sobre ser superior de Luz, sino que les es dado el conocimiento de cómo usar los códigos de creación bioquímica en este planeta para mutar a una especie que sea capaz de llevar la Luz a otras creaciones. Por esta razón se creó el Pueblo de Israel. 
Encontramos en el rollo del Maestro Ascendido Job que los Señores de Luz de Kimah y Kesil están continuamente regocijándose en la creación y estableciendo los límites, abriendo los canales de Luz, trayendo los doce sistemas estelares de luz celestial y midiendo al mundo con los pesos y medidas de Luz de Orión. Toda la energía es pesada y medida cuidadosamente antes de que pueda ser introducida y sacada de las balanza del espacio y tiempo. Job vio en este drama cómo sus propios hijos e hijas fueron también introducidos y sacados de los niveles de creación. 
Y cuando nos convirtamos en la Familia de Dios, los Pepleromenoi, enteramente equipados para trabajar con el Plan del Padre en la Tierra, seremos unidos con el Pastor y juntos pasaremos a través del portal del Gran Cazo y nos elevaremos al nivel de las inteligencias estelares superiores. 
Al final, nosotros como la Familia de Dios, los Pepleromenoi vivientes, veremos la apertura de los portales estelares del Gran Cazo y de las Plévades y el descenso de la “Merkabah”. Durante este nuevo eón de Luz será el Juicio de la Tierra y la liberación del sol de su espiral circumpolar. 
Veremos cambiar a las antiguas geometrías del Gran Cazo conforme a las balanzas de Orión y las Pléyades. 
El Gran Cazo (Osa Mayor) y el Pequeño Cazo (Osa Menor) son los umbrálicos de la evolución inferior en oposición a las Pléyades, los siete candelabros para el Trono del Padre. Al fin del tiempo veremos la guerra de los cielos y el advenimiento de la Hueste de Miguel. Esto librará a las inteligencias planetarias de las influencias de la Osa Mayor y de la Osa Menor, las influencias negativas que controlan a las razas raíz de este planeta Ur. 
De este modo, al graduarse el Hombre para trabajar con las inteligencias de Kimah y Kesil, la estructura orgánica de la Raza de Dios -la Raza de Cristo, puesta en marcha al principio de la creación, va más allá del séptimo día de la creación. Esta inteligencia del Sumo Comando trabaja con nuestro sistema solar a través de la estación de Medio-Camino de Archturus* la cual abre los cielos inferiores al quitar el mango de control de la Osa Mayor permitiendo así a los cielos inferiores alinearse con el verdadero indicador estelar de las Pléyades. 
En la formación de nuestro universo local, los Señores de Luz caídos imitaron los anteproyectos de los grupos estelares sagrados de siete, los cuales son la matriz para la Hueste del Cielo. Y al iniciar a su simiente en estas regiones estelares tales como la Osa Mayor, estos sistemas estelares se convirtieron en sus estaciones de Medio-Camino que controlan la negatividad en los planetas inferiores. 
El siguiente nivel orbital evolutivo de creación trabaja completamente con la Hermandad de Luz, no bajo los portales de la Osa Mayor y la Osa Menor, sino bajo la dirección de Kimah y Kesil, los umbrales de los Kuchavim, los universos estelares distantes. 
Se llama a las inteligencias de estos universos distantes no sólo para juzgar a la Tierra, sino además para juzgar a los dioses que reinan en estas estaciones caídas del cielo. Nosotros, que también estamos en el umbral entre los poderes espirituales y la humanidad, seremos llamados a juzgar a los ángeles que han sido arrojados a nuestra dimensión espacial durante esta limpieza del cielo, dando cumplimiento a las palabras de I Corintios, donde dice: “¿No saben ustedes que juzgaremos ángeles?” 
El Gran Cazo representa el umbral que el Hombre debe vencer en este planeta antes de ser liberado de la imagen de la conciencia del Oso que emana formas-pensamiento de guerra v destrucción. Los Señores de Mizor y Megrez han proyectado estas formas-pensamiento para mantener a la humanidad de este planeta continuamente involucrada en guerra y revolución. 
Además, esta clave de los siete umbrales de Luz habla de las guerras en las esferas celestiales, entre los poderes espirituales de lugares encumbrados, por el control de las razas Zohar que contienen los códigos del Adam Kadmon. Las tazas Zohar son las contrapartes celestiales evolucionadas del mismo anteproyecto original que gobierna la evolución del alma en los planetas. 
La contraparte planetaria para el anteproyecto está constituida de los tres tipos básicos de Hombre: los Xöikoi, la gente de barro que tiene la habilidad de evolucionar pero (dentro de nuestro reino de creación) son gobernados en gran medida por la química caída de este universo físico (es decir, están bajo la influencia caída del Gran Cazo), ajenos a las órdenes superiores de evolución estelar; 
los Psiquekoi, la gente racional que sirve a las matemáticas de las áreas circumpolares del Pequeño Cazo y del Gran Cazo, y que “piensan en los dioses” sólo como manifestaciones mitológicas del Mazzaroth, los doce signos del Zodíaco; 
y los Pneumatikoi, los pocos que son escogidos para trabajar con los Señores de Luz, que ven a las Pléyades como el Cazo Divino en conjunción con las estaciones de Orión donde Miguel, Metatrón y Melquizedec, con los 144,000 Señores de Luz administran a los universos Hijo en el nombre de la Luz Viviente de YHVH. 
Porque ciertamente, grandes naciones y hermanos y hermanas del pacto han ofrecido sacrificio a Kimah y Kesil, para que nuestra creación pueda continuar en el nombre del Padre, a través de las siete energías Divinas que forman tanto al alma en los cielos como a las incorporaciones físicas en los cielos inferiores. 
La ofrenda al Padre en Orión y las Pléyades fue dramatizada por símbolos matemáticos especiales que muestran cómo los siete chakras podrían trabajar juntos ofreciendo el Aliento Divino. Esta ofrenda especial en tiempos antiguos codificaba simbólicamente siete toros que tienen la cara estelar de Tauro-Orión y siete carneros que tienen la cara estelar de las Pléyades. 
Porque de las Pléyades vendrá la cruz de la Redención a través de la imagen del Cordero de Dios. Y el Cordero se sentará sobre el Trono de Dios y Él llevará la espada de Luz que degollará las energías de los soles caídos y de todos los que gritan blasfemias contra el Padre; los Hijos Paraíso y el Espíritu Santo-Shekinah. 
De este modo, las Pléyades y Orión dan las matemáticas para cada sacrificio químico que se 
requiere en la vida, desde Génesis hasta Revelación. Y al final de nuestro programa, los que porten la imagen del Cordero serán separados de los que lleven la imagen del Oso (Osa Mayor) y del Dragón (alfa Draconis), los poderes espirituales caídos que controlan la antigua astronomía lineal de las ciencias Babilónicas, que fuerzan al hombre a rendir homenaje a los cielos inferiores. 
Con gran exuberancia de acción de gracias, los Señores de Luz devolverán a nuestra conciencia humana la conciencia del Sobre ser, permitiéndonos atravesar las cortezas bioquímicas de este mundo rodeado por masa negativa. Simultáneamente, seremos reunidos en el aire para encontrarnos con el Señor. Esto permitirá que nuestro vehículo corporal sea juzgado tanto en términos de este mundo, así como por su afinidad con el mundo de la conciencia espiritual superior -el mundo del Cuerpo Sobre ser Crístico. 
Los que adoran a la Bestia con su astronomía y astrología de los cielos inferiores y con sus imágenes matemáticas de luz esculpidas son regresados para empezar su programa de conciencia una vez más. 
Por lo tanto, vemos que las Pléyades reflejan las matemáticas de los Señores de Luz en la creación de nuevos sistemas estelares y nuevos sistemas solares. 
Vemos a las Pléyades desde el unto de vista de la simiente orgánica de los Pneumatikoi, el pueblo espiritual de la Raza Crística. Y vemos a las Pléyades desde el punto de vista de los sacrificios de Luz y Cosmología mayores. 
Esta sexta clave muestra, entonces, de qué forma las luces superiores pueden modular el universo físico que está controlado por los campos de fuerza del ‘666’, para que los pensamientos puros de los Maestros, que trabajan con las estrellas del principio ‘777’ en el cúmulo de las Pléyades, tengan el poder para materializar nuevos cielos y una nueva Tierra, para que las cosas pasadas ya no sean recordadas. 
En ese tiempo, el cuerpo Gematria liberado irá más allá de la combinación del 777 conectando a la creación biológica inferior para hacerse una con la Gematria de Jesús del ‘388’. Este cuerpo liberado, asciende entonces, hacia los mundos trono Infinitos superiores de las Muchas Moradas del Padre que son liberados para reinar con el Cristo. 
Este tremendo poder de la Deidad en el Nombre de YHVH, resucita hasta los reinos de las Tinieblas. Porque en ese tiempo, el espíritu del Señor ya no contenderá con el Hombre, y los cielos del Kólob serán revelados a los Hijos e Hijas justos del Cordero que estén en temor reverente ante el Trono. Y con la Sabiduría mayor del Kólob los justos caminarán con Dios como Enoc, y Dios enjugará todas sus lágrimas, y ellos se pondrán la corona de Luz porque se convertirán en el Cordero que fielmente ha cargado la Cruz de la Creación hacia la Salvación

Karina Bracce

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