Oraciones (Libro) - Louis Claude de Saint-Martín


Quinta Oración de Louis Claude de Saint-Martín

Toma mi voluntad, Oh Señor, toma mi voluntad; porque si puedo suspenderla un
instante ante Ti, los torrentes de Tú vida y luz, no habiendo nada que les resista, se
verterán impetuosamente dentro de mí. Ayúdame a romper las lamentables barreras
que me separan de Ti; ármame contra mí; triunfando dentro de mí sobre todos Tus
enemigos que son los míos a través del sometimiento de mi voluntad. ¡Oh Principio
Eterno de todo goce y de toda verdad! ¿Cuándo seré así renovado para prontamente
ser consciente del ser, estando salvo en el permanente afecto de Tú exclusiva y
vivificante voluntad?

¿Cuándo aparecerá ante mí cada clase de privación como un beneficio y una
ventaja, a través de mi preservación de toda atadura, y dejándome amplios medios
para atarme a la libertad de Tú espíritu y Sabiduría? ¿Cuándo los males aparecerán
ante mí como favores extendidos por Ti, como así muchas oportunidades de
Victoria, así muchas ocasiones de recibir de Tú mano las coronas de la gloria que
Tú haz distribuido a todos los que luchan en Tú nombre? ¿Cuándo todas las ventajas
y alegrías de esta vida devendrán a mí así como muchas trampas, puestas

incesantemente por el enemigo que él pueda establecer en nuestro corazón un dios
de mentira y de seducción en lugar del Dios de paz y verdad quién debería reinar
allí para siempre? ¿Cuándo, finalmente, el santo celo de Tú amor y el ardor de mi
unión contigo me gobernarán para renunciar con delicia a mi vida, mi felicidad, con
todos los afectos foráneos a este final único de Tú criatura humana, así amado por Ti
que Tú has entregado todo por él para que pueda ser inflamado por Tú ejemplo?

Yo sé, Oh Señor, que cualquiera no es transportado por esta santa devoción si no es
digno de Ti, y aún así no se ha dado el primer paso en Tú trayectoria. El
conocimiento de Tú voluntad y la solicitud del fiel nunca saldrá de esto en un
momento, en esto está el único, el verdadero lugar de reposo para el alma del
hombre; él no puede entrar aquí sin ser pleno inmediatamente de éxtasis, como si
todo su ser fuera renovado y revivido en todas sus facultades por los resortes de Tú
propia vida, ni puede él retirarse de allí sin observarse a sí mismo entregado
inmediatamente sobre todos los errores de la incertidumbre, del peligro, y de la
muerte.

¡Acelera, Dios de la consolación, acelera, Dios del poder, el comunicar a mi corazón
uno de aquellos movimientos puros de Tú santa e invencible voluntad! Uno
solamente está necesitado de establecer el reino de Tú eternidad, y puesto que hay
una resistencia universal y constante de todas las voluntades extrañas conminadas en
mi alma, mente y cuerpo he de dar batalla aquí. Luego me abandonaré a mí mismo
a mi Dios en la dulce efusión de mi fe, luego proclamaré Sus maravillosas obras.
Los hombres no son dignos de Tus maravillas, o de contemplar la dulzura de Tú
sabiduría, la profundidad de Tus consejos; y yo, cual vil insecto que soy, ¿puedo
incluso atreverme a nombrarlos, quiénes merecen solamente las visitas de la
justicia y de la cólera? ¡Señor, Señor! ¡Pueda la estrella de Jacob permanecer por un
momento sobre mí, pueda Tú santa luz ser encendida en mi pensamiento y Tú
voluntad más pura en mi corazón!

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